miércoles, 15 de enero de 2014

Análisis de MANAOS de Alberto Vázquez Figueroa por Nelly Celia Piña


MANAOS

Alberto Vázquez Figueroa

                                                                    Análisis: Nelly C. Piña

 

El autor aclara que esta novela se basa en el relato que Arquímides da Costa  hizo de sus andanzas cuando huyo de la caucheria, 50 años  atrás.

La narración trata fundamentalmente de la explotación que se hace de los recolectores del caucho, siringueros, en la selva amazónica y de las peripecias que vivieron durante su fuga tres recolectores y una mujer que son Sus principales personajes.

Arquímides, un nordestino que es llevado a la cauchería como prisionero para que con su trabajo pague una deuda. Howaard, un delincuente norteamericano, procedente de California que busca refugio en Manaos, adonde llega huyendo de la policía de Estados Unidos. Howard era guardaespaldas de Sierra. Este es un argentino dueño de la explotación. quien lo envía a la cauchería, castigado por haberse acostado con Claudia. Esta es la viuda de un rico cauchero, asesinado por sus hombre, y vendida a Sierra quien la convirtió en su amante. Es llevada allí por su infidelidad con Howard.  El indio Ramiro que hizo de guía durante la travesía por la selva para huir de la cauchería. Había sido capturado, como la mayoría de ellos, después de arrasar sus comunidades y someterlos como siringueros.

Si bien la selva es el escenario donde se desarrolla la mayor parte de la acción, cobra tal importancia en el relato que atrae la atención del lector por la riqueza de imágenes y la minuciosidad con que el autor la describe. Podría decirse que éste presta más atención a la presencia de la selva que a la definición de los caracteres de los personajes y a la relación que mantienen estos entre sí. No ahonda acerca de las características de personalidad de los protagonistas, a pesar de ser un relator omniciente. Es el lector quien los definirá a partir de sus expresiones, a través de sus breves diálogos y sus comportamientos.

La novela va perdiendo interés a medida que se acerca el final.

Muy poco se desarrolla la llegada a Bolivia y del destino de los siringueros  que reclutaron durante su huída. Como  apurando el desenlace del relato, cuenta que Arquímides regresa a Manaos, en plena decadencia y totalmente arruinada cuando se termina la extracción del caucho. y allí termina su vida víctima del alcoholismo. Howard, supuestamrnte, se dirije a Canadá, donde seguirá huyendo de la policía. Ramiro se queda en su aldea cuando llegan a ella, constituyéndose en el jefe de la tribu, elegido por el mérito de haber huido de la cauchería. Claudia se suicida después de reconocer su locura, antes de llegar a destino.

El relator omniciente usa el pretérito indefinido para aquellos hechos ocurridos en un pasado más lejano, en tanto que para un pasado inmediato se utiliza el pretérito imperfecto.

Las oraciones del texto son largas, construidas con más de una subotdinada, pero lo suficientemente claras, de manera que si bien hacen más lento el relato, no dificultan su comprensión.

Respecto de su presentación, la narración es contínua. La falta de una fragmentación en parágrafos o capítulos  o un doble espacio, por ejemplo, cuando se cambia de escena, obliga al lector a reeler el párrafo para ubicarse en la nueva situación.

Después de la lectura del libro, uno se prebunta por qué el autor adoptó el título “Manaos”, cuando éste no es tan relevante en el relato como lo es la selva amazónica, donde se desarrolla la mayor parte de la narración. Manaos es el centro de comercialización del caucho y el lugar donde se expone el poderío del dinero en contgraposición con la vida miserable que llevan los recolectores del caucho productores de esa riqueza.

 

lunes, 13 de enero de 2014

María Dolores de León "Por la caridad llegó la peste"


                        POR LA CARIDAD LLEGÓ LA PESTE

                                    María D. de León

                                    Madrid, 09.01.14

                       

              “Lola, desde que se fue a vivir con el ateo de Alberto, en navidades se refugia en un país de  herejes. Yo  no llego a tanto. Tras la partida de Maripili, de forma radical, sin concesiones a la nostalgia   abandoné las tradiciones que durante toda la vida de casados ella  había impuesto.  Me  limito a evitar la lombarda, la pularda rellena, el corderito  asado, la ensalada de escarola con granada, los mazapanes, los polvorones y las frutas escarchadas. Rehúyo hasta los aromas que vecinos de escasa sensibilidad propagan sin recato; no quiero pensar que lo hacen por darme en las narices. Me permito una licencia con los frutos secos, eso sí,  nacionales y con las frutas de Aragón, tan españolas.

            La niña fue  un vehículo para introducir  costumbres de allende la patria: árbol de Navidad, Papá Noel, el caganet… Este último  no lo podía soportar. Había sido idea del cretino de mi cuñado,  nacido según decía, en  el  “Condado de Cataluña”. Vamos, un gilipollas integral. Cada año aportaba uno nuevo; el belén acabó pareciendo un cagadero de celebridades.  Transigí  por Lola; a los niños lo escatológico les hace mucha gracia.

            Cuando todavía  la familia estaba al completo, como buenos católicos romanos, tras la cena de Nochebuena acudíamos  a la Misa del Gallo.  La niña,  se resistía a la Adoración  del Niño: “No me gusta, ese  muñeco es   feo y viejo, tiene desconchones.  No le quiero besar el pie, tiene babas…” Para evitar la  pataleta,  la dejábamos en el banco custodiando el bolso de la mamá.

            En cuanto caía  en nuestras manos un billete  de 5 euros  nuevo, lo reservábamos  con miras al óbolo navideño. Maripili se atribuía el honor de depositarlo en la cestilla tras el beso;  lucía precioso sobre el lecho de monedas plateadas, tan azul, como un trocito de manto.”

           

            Manuel observa para sí: “¡Hombre, una novedad!  Ha convertido las pesetas a euros…”

           

            “Ambos, en comunión espiritual, sentíamos el mismo arrebato místico. Aunque recataba  el gesto evitando toda ostentación, de reojo observaba el efecto causado en párroco y monaguillo. De regreso al banco, me parecía flotar en estado de santidad, henchido de amor fraterno.

 

            Con perenne  oscilación de cabeza, paciente,  el amigo  espera a que Leandro se reponga de la congoja.  Siempre, en el mismo  punto del relato se   le enturbia la voz.  Le sigue emocionando el acto ante el Niño Jesús.

 

            “A la salida, los tres repartíamos  las monedillas cobrizas que tanto detesto.  Les dábamos limosna  a todos, salvo a los extranjeros; bastantes pobres nacionales poseíamos.  Los negros y  rumanos  que pidieran  en sus iglesias, si es que tenían... ¡Que satisfacción, saberse en el recto  camino hacia  la salvación…¡

            La fiesta de Fin de Año no me gustaba: estaba totalmente contaminada de rituales de dudosa procedencia. Transigía en la tradición de las uvas por ser del país, aunque el toque de superstición no me agradaba en absoluto.  Hasta la aparición de  los Michelin,  fue la única excentricidad  permitida  en aquel hogar como Dios mandaba. Al enviudar Pierre, Maripili, por pura caridad, empezó a invitarle a casa.

            La primera vez,  regaló a mi mujer unas bragas de lencería fina en rojo. Por no desairarle al ser extranjero, las aceptó  con ruboroso embarazo. Al año siguiente Michelin  completó el conjunto con el sujetador…¿Cómo se habría enterado de la talla…? Hoy en día me lo sigo preguntando…

             Maripili, para no parecer menos europea , aportó la cucharadita de lentejas; al siguiente Fin de Año, enriqueció el  cava   con algo en oro  para brindar. Recién sonadas las  12 campanadas,  Pierre  retiró  del meñique la alianza de su extinta y la echó en su copa. Puesto en pie,  levantando la  bebida  se dirigió a la anfitriona: “Por Maripili,  alma generosa  y bondadosa; que  tanto consuelo ha aportado a mi duelo. ¡Gracias mil  dama gentil!!”. Y a ella se le saltaron las lágrimas…

            La postrera aportación  causó el fatal  desenlace  de aquella noche de brujería. De la lámpara del salón había colgado  el muérdago de la suerte.  So pretexto de felicitarle el año y ratificar la superación de la viudedad, el francés condujo a Maripili, de la mano,  bajo aquel yerbajo de mal augurio.  Como el beso en la boca parecía no  llegar a término,  un poquito celoso me acerqué a ellos. Me sentía con derecho a reclamar  mi ración de buena suerte. Tras mi  leve roce en el hombro,  Maripili se volvió y  abandonada  al abrazo del  viudo me espetó:“ Leandro, te abandono; nos vamos a Jamaica. Te devuelvo el rosario de tu madre, y quédate con todo lo demás…”

            Si,  Manuel, tras aquel beso de pasión inmoral,  dominada por la lujuria de la carne, partió.  No le importaron mi dolor, los  cuernos ni el pecado que arrastraba.

             Doy fé: odio las obras de caridad, el amor fraterno, los óbolos y limosnas, las tradiciones nacionales y extranjeras. Sobre todo las extranjeras…”

           

            --Te has comido lo de la peste…

           

            -- Es verdad; gracias, Manuel.  Por la caridad llegó la peste… ¡Qué bien me hace charlar contigo…!  Ya te llamo para las próximas navidades…

 

miércoles, 1 de enero de 2014

Abbé Nozal "No entiendo la vida sin ironía"


LITERATURA

Abbé Nozal: «No entiendo la vida sin ironía» El artista palentino presentó en la librería Little Dream su primera novela

 

20.12.13 - 22:20 -

VIRGINIA T. FERNÁNDEZ | VALLADOLID

 

Al palentino Abbé Nozal (Tomás Nozal) se le conoce como pintor. Presente en el panorama artístico español desde los años 70, con alguna incursión posterior como cortometrajista, ahora desvela otra faceta creativa: la de escritor. En realidad, siempre lo ha sido. Tiene escritas tres novelas. La primera en publicarse ha sido 'Olvidé decirte que apagaras el horno', un libro autodistribuido cuya parte de ficción asienta sobre un hecho real, la desaparición en 1986 de la escultura de Richard Serra 'Equal-Parallel:

Guernica-Bengasi' del museo madrileño de arte contemporáneo Reina Sofía. La novela se presentó ayer las 20:30 horas en la librería vallisoletana Little Dream.

 

Nozal fue invitado en la primera inauguración del centro de arte como pintor participante en la disciplina de pintura asistida por ordenador. Recuerda el pintor que el Ministerio de Cultura se había gastado 37 millones de pesetas en la compra de la obra de Serra. Poco después, desapareció de un día para otro sin dejar rastro: «La policía investigó y los jueces iniciaron la causa pero no apareció nunca. Hablamos de una escultura de 38 toneladas. Fue lo que me excitó la curiosidad: '¿Cómo puede desaparecer una escultura que pesa

38 toneladas?'. De esa pregunta surge la novela», desvela el creador.

 

«En este caso la realidad superó la ficción con muchos cuerpos de ventaja», reflexiona. La investigación no dio ningún resultado, incluso los medios de comunicación, asegura, «olvidaron el tema», que quedó sepultado sin explicación alguna.

 

Abbé Nozal exhala al expresarse actitud combativa, reivindica con su forma de hacer («La novela es como soy yo, políticamente incorrecta», dice) y no puede disimular su cabreo con lo que está ocurriendo: «Hoy, si queremos vivir con un mínimo de dignidad tiene que ser a costa de vituperar a quienes pretenden adoctrinarnos, de lo contrario estamos perdidos», advierte enérgico. «Yo quiero vivir lo más coherentemente posible y preservar mi dignidad como persona», añade, y denuncia cierta dejadez ciudadana, «como si todos nos hubiésemos dormido, como si la dignidad personal de cada uno hubiese sido abducida por la clase gobernante».

 

Pero volviendo a la novela. 'Olvidé decirte que apagaras el horno' está vinculada a otra de las pasiones del artista: «Yo cuando escribo estoy haciendo cine, no lo puedo remediar», reconoce, «persigo que el lector acabe viendo una película y que sea él quien construya las imágenes. Doy las pautas para que eso ocurra», desvela Bozal, quien adelanta que su expresión como artista reúne «diferentes maneras de ver el mismo objeto, y todo eso está hilvanado por el amor». El amor, columna vertebral de la ficción en el

libro: «Hablar de amor se puede hacer de muchas maneras, aquí decidí poner en cuestión un determinado tipo de amor que la sociedad desprecia o arrincona. Esto tiene que ver con una sorpresa final. Todo el mundo buscará qué pasó con esa escultura. Lo va a encontrar pero va a saber muchas otras cosas...», deja en suspense la frase para no desvelar más de la cuenta.

 

Bozal Invita a vivir la vida con humor, otro de los elementos imprescindibles de su escritura: «Yo no entiendo la vida sin ironía, y la ironía es una parte fundamental del humor. Lo que ocurre es que no todo el mundo la entiende, eso hay que tenerlo en cuenta. El reto es encontrar el equilibrio».

 

De momento, el libro solo se puede obtener a través de su página web (www.nozal.com); por 19 euros en formato papel y por 2,99 en soporte digital. Para Nozal el precio de cada ejemplar es «un donativo» a cambio de un regalo. Y convierte esta forma de autodistribución en toda una reivindicación, tan familiarizado como está con el mundo virtual desde los 80. Internet «posibilita que un escritor hoy pueda ser productor y distribuidor de su propia obra», anima. «Todos los mecanismos concebidos para proteger la industria del libro hoy ya no sirven absolutamente para nada. Siguen vigentes sencillamente por inercia». El creador castellano y leonés justifica la denuncia recordando que antes un librero sí necesitaba el ISBN, por ejemplo, para localizar un libro, pero hoy los buscadores de Internet permiten dar con un título en unos pocos segundos, bien con el texto en la web del autor, bien con el punto de venta donde se puede encontrar.

 

Con todo, Bozal es muy consciente de las sombras proyectadas por las nuevas tecnologías. Una de las más dañinas, la piratería: «Hay que combatirla con educación, no con leyes restrictivas que no conducen a nada. De otra forma es imposible. Hasta que nuestros niños hayan aprendido a respetar la labor creativa seguirá habiendo piratería», asume, pero hoy por hoy «no vale de nada ninguna ley Sinde. Si esa ley fuese un papel solo serviría para envolver bocadillos, de chorizos...», enfatiza irónico.

 

Escrache


‘Escrache’, palabra del año para la Fundéu.

 

Es la primera vez que la organización dedicada a resolver dudas sobre el idioma designa un vocablo como el más destacado

 

EFE, Madrid, 30 de diciembre.

"Escrache", un término que alude a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros personajes públicos, es la palabra del año 2013 para la Fundación del Español Urgente.

 

Por primera vez en sus ocho años de vida, la Fundéu BBVA ha elegido su palabra del año de entre las muchas sobre las que se ha pronunciado, ya sea en sus recomendaciones diarias, ya en las respuestas a las consultas recibidas durante los últimos 12 meses.

 

"Buscábamos una palabra que tuviera cierto interés desde el punto de vista lingüístico, bien por su origen o por cómo está formada, y que haya estado en el primer plano de la actualidad en los últimos meses", explica el director general de la Fundéu BBVA, Joaquín Muller.

 

"Escrache' reúne cualidades en los dos aspectos: es una palabra con un origen no del todo cierto, pero muy interesante, que ha llegado al español de España desde el de Argentina y Uruguay, y que se convirtió en protagonista de la actualidad y en el centro de una polémica en la que se cruzaban los elementos lingüísticos y los políticos", aclara Muller.

 

"Conviene destacar también el valor que tiene el viaje transatlántico de esta palabra. Un hecho lingüístico que cada día se produce con mayor frecuencia y rapidez y que resulta un elemento enriquecedor del español, sumando aportaciones propias de la lengua de una comunidad al resto de comunidades de habla hispana", añade.

 

El Diccionario de la Real Academia Española no incluye ese término, pero sí el verbo "escrachar" como una expresión coloquial propia del español rioplatense con dos significados: 'romper, destruir o aplastar' y 'fotografiar a una persona'.

 

El "Diccionario de americanismos", de la Asociación de Academias de la Lengua Española, añade que en esos países "escrachar" significa también 'dejar en evidencia a alguien'.

 

Y para el sustantivo "escrache" aporta la definición que ha popularizado el término fuera de su ámbito original: 'manifestación popular de denuncia contra una persona pública a la que se acusa de haber cometido delitos graves o actos de corrupción y que en general se realizan frente a su domicilio o en algún otro lugar público al que deba concurrir la persona denunciada'.

 

Con ese sentido y en el contexto de la investigación de los crímenes de sus dictaduras, empezó a emplearse con frecuencia en los medios de comunicación argentinos y uruguayos en los años 90.

 

En España la palabra se populariza durante las protestas organizadas en los primeros meses de 2013 por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

 

Muy pronto, a la polémica generada por ese tipo de acciones, que llevó incluso a reformas legales para regular estas manifestaciones, se sumó otra sobre el propio uso del término, que para algunos representantes políticos no era más que un eufemismo para lo que consideraban un "acoso con métodos violentos".

 

La polémica llegó incluso al seno de la Policía cuando un sindicato denunció que se había pedido a los agentes que no empleasen la palabra "escrache" en sus comunicaciones y diligencias, aunque luego el Ministerio del Interior aclaró que había instado a no usarla porque no se adapta a la terminología de la legislación actual.

 

Respecto al origen del término, hay varias teorías. Unas lo sitúan en el italiano "schiacciare" ('aplastar, astillar, machacar') o en el genovés "scraccâ" ('escupir'), términos que habrían llegado al español a través del lunfardo, una jerga originalmente empleada por las clases más bajas de Buenos Aires, muchos de cuyos integrantes provenían de Italia.

 

Para otros existe una conexión clara con el inglés "to scrach" ('arañar, rasguñar, marcar'). De hecho en el español de los Estados Unidos se usa "escrache" como 'arañazo o rasguño', como recoge el "Diccionario de americanismos".

 

Esa combinación de factores lingüísticos y de actualidad es, explica Muller, la que justifica que "esrache" sea la palabra del año para la Fundéu BBVA; una fundación constituida por la Agencia EFE y el BBVA, que trabaja asesorada por la Real Academia Española y que tiene como principal objetivo velar por el bueno uso del idioma en los medios de comunicación.

 

Los filólogos y periodistas que trabajan en esta organización hicieron una primera selección de doce términos entre los que, además de la finalmente elegida, figuraban varios vocablos relacionados de algún modo con la situación económica, como "copago", "emprender", "ere" -la forma lexicalizada de la sigla ERE-, "quita" y "austericidio".

 

El mundo de internet y las redes sociales estaban presentes con voces como "meme", "autofoto" y "wasapear". La docena de palabras aspirantes se completaba con un término del mundo de la ciencia ("bosón"), otro del deporte ("cholismo") y, por último, con la forma "expapa", una palabra que en más de dos mil años de historia de la Iglesia no había habido apenas ocasión de emplear, pero que saltó a las páginas de los medios con ocasión de la renuncia de Benedicto XVI.