lunes, 15 de julio de 2013

María Dolores León "Caperucita y sus lobos"

   CAPERUCITA  Y SUS LOBOS
    María Dolores de León
        Madrid, 04.10.11
 Silbidos, aplausos y las procacidades de costumbre… El espectáculo triunfaba.
  Enfila el pasillo, rácano en luz, hacia el camerino. Según avanza, el glamour erótico se le desprende como polvo que un plumero aventase. Al día siguiente, junto con las  pelusas del suelo y las colillas, los barrerán.   
 El habitual traspié en la baldosa bailona marca  la frontera entre Caperucita y  Dely Lupo.  Hoy no recibiría  a ningún admirador. La mayoría resultaban  jóvenes  aspiraban  al master en sexo. Le inspira ternura la ignorancia y torpeza que los adorna,  pero  ella es  actriz, catedrática de sexología. Sonríe pensando en que bien pudiera serlo si a ella le interesara la enseñanza.

 Tropieza de nuevo en la penumbra maloliente: “¡Cada día más cegata, hija!”.  El mafioso del jefe, porque está segura de que lo es, decía: “Mira guapa, ya te he puesto una bombilla de 40. Si no ves, te compras unas gafas o una linterna. El negocio no da para lujos. Esto no es el Follies Bergères ese...”. ¡El muy capullo!

 En el mundillo artístico,  nadie sabe de su miopía: perjudicaría a su caché. Por eso le sabe tan mal la racanería en luz.  Fuera, lleva gafas: las lentillas le dan alergia.  Marilyn Monroe  también era miopísima y había que ver  lo sexy que era… Un sex symbol, vamos. ¡La  pobre, que final..!

 Los olores familiares, tabaco rancio y desinfectante barato la saludan  al entrar en el cuartucho que ella gusta en denominar “camerino”.  Tiene  muy ensayado el strip-tease privado ,  por si alguien escondido, mira  Un  movimiento de hombros y  la capita caperuzada se desliza al suelo.  En las películas la protagonista nunca recoge la prenda caída. Ella al marcharse la colgará. Se ata al desgaire   la bata japonesa, imitación seda,   regalo de  él.

 Inicia el ritual del desmaquillado. Los ojos parpadean aliviados del peso    de   las pestañas postizas. “¡Qué alivio!”.  Se va aproximando a su auténtica identidad.

 El resto de Dely Lupo repasa mentalmente,  por última vez,  la actuación. Todo había salido a pedir de boca… Unos golpes en la puerta  la  interrumpen. Sin esperar un “¡adelante!”, asoma la jeta sebosa del mafioso.:”Muy bien guapa, muy acertado el cambio. Esas tetas  resucitan a un muerto…” No puede  ocultar su pedigrí de albañil añejo. ¡Que  asco de tío! Pero paga bien, no se quiere quejar.
 Retoma la revisión interrumpida. Si, tenía razón, había sido un gran acierto el cambio de vestuario.  Para los boys: pantalón ajustado  simil cuero, tirantes, gorra de plato y porra en la mano. Nadie diría que aquellos  “pecho lobo” pertenecían al grupo gay Osos de Buenos Aires.
 
 ¿Y ella? Bien mona con  la capa un poco más cortita; no había más.  Noche tras noche interpretan guiones vividos día a dia por ella. El público  lo captaba y ardía.
  Él, cada mañana le renovaba  la  coreografía.  Ambos disfrutaban del ensayo hasta la extenuación.
 A veces, en fechas señaladas, retomaban  las secuencias del primer encuentro. Aquella  lengua tan rasposa como su voz la inició en la sensualidad y el erotismo. A pesar de su insistencia, él se había negado a consumar su deseo.: “Cuando cumplas los dieciocho, muñeca,  si sigues deseándolo…” Durante diez años la estuvo preparando.  Fue el regalo de  cumpleaños más maravilloso que hubiera soñado. Al recordarlo, culebrillas eléctricas  le recorren  la columna. Sonríe: ¡Qué cuento tan divertido le habían inventado  a su madre! 
  Se ve con la capotita roja que tanto le gustaba y una bolsa en la mano. La abuela andaba pachucha,  le llevaba sopa.  Vivía a dos calles, frente al parque. Cruzó y arrancó  unas flores para la enferma.Un hombre  se  acercó: ”Niña, eso esta muy mal. Hay que respetar las plantas” Sin gafas, no le distinguía bien la cara. La voz sonaba  ronca y áspera, como de malo de película. “Si vienes a casa, me pongo la ropa de trabajo y  te acompaño; está oscureciendo”. Ella había aceptado: la sopa se podía recalentar. Él,  antes de enfundarse  un uniforme,  pasó por el estado de hombre  lobo peludo. Su vello tan espeso, le hizo cosquillas. Fue  dulce, delicado, amoroso. A ella le  gustaron   mucho aquellos juegos. El caldo se le había borrado  del pensamiento. Desde allí, sin gafas,  no se orientaba para volver.
 La mano peluda sujetaba la suya con la fuerza de una garra. “Señora, he encontrado a esta niña en un barrio algo alejado de aquí.¿Se ha escapado? Parecía asustada y desorientada. No son horas para que ande sola por la calle. Si vuelve a ocurrir tendré que informar a los Servicios Sociales. Adiós pequeña, sé obediente. Buenas noches”.
  La madre no la había regañado por las trenzas medio deshechas ni por  la caperucita atada de través.  “Adelita, ¿Te ha pasado algo, estás bien?” “Muy bien mami,..”   La mamá no habló más, pero se empeñó aquella noche en bañarla. Su ojo cargado de culpa y de miedos la vigilaba; no salía sola ni a la puerta de la calle. Cuando se cruzaba  con su amigo, él le guiñaba un ojo y se chupaba el dedo pequeñito con una sonrisa.  Al empezar  el instituto, retomaron los juegos.
 Suspira: “!Que recuerdos tan románticos!”
 A pesar de la diferencia de edad él sigue siendo su maestro, su amante, su inspiración..  Él la quiere libre, sin ataduras, feliz:  “Algún día encontrarás a un hombre joven que…” No le dejaba terminar. Se le hace impensable su  ausencia.
 Guardando las horquillas encuentra su amuleto de la suerte: un  botón dorado de uniforme. Lo atesora desde  aquella tarde. El único comentario de su madre aquella tarde había sido: ”Como se relaja la disciplina en el cuerpo de policía. A ese le faltaba un botón en la  chaqueta.  Si ella supiera…
 Recobrada la identidad del DNi,  Adela Carrascosa Corral, se dirige con prisa al coche. ¡Qué ganas de llegar a casa;  perderse en su autentico lobo peludo!…
  Por el rabillo del ojo, a través de la montura colorada,  llega a leer:
    CLUB SAMOA
               HOY
    CAPERUCITA Y SUS LOBOS
           CON
     LA  ESTRELLA  MAS CALIENTE DEL EROTISMO
                   DELY LUPO
              Y
      SUS BOYS LOS OSOS DE BUENOS AIRES
         
   
  

 



 

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