sábado, 20 de abril de 2013

María Dolores León "Pero... ¿no te habías ido?


                              PERO…¿ NO  TE HABÍAS IDO…?

Un sobresalto me despierta con los párpados pegados por un presentimiento de angustia
-- Son las 12, ¿a qué hora piensas levantarte, baldragas?
           
            No puede ser ella, hace casi un año que  había partido.

            -- Si, soy yo, gilí.  Abre los ojos de una puñetera vez.  Sé que no duermes.
           
            Por inercia la obedezco.  Allí está,  en su rincón favorito, envuelta en  sus chales, como una araña  en su tela.  Conserva la sempiterna mirada perversa,  con chispitas de azufre.

            --  Pero, ¿no te habías ido…?¿Qué haces aquí?¿Cómo has entrado?
            --¿Tu qué crees…?
            -- Te fuiste hace 364 días. No tienes derecho  a presentarte  en mi casa así, sin avisar,  como si no hubiera sucedido nada.
            -- Oye cretino, esta casa es tanto tuya como mía.  No hicimos separación de bienes, no nos  hemos divorciado.  Ni siquiera me has denunciado por abandono de hogar… Eres un incompetente.
--¿Qué pasa, has aprovechado estos meses  para matricularte en  un cursillo acelerado  de picapleitos matrimonialista?
--  No sé cómo  has sido capaz, tu solito,  de hilar  semejante  frase  presuntamente sarcástica.  Te mantienes fiel a ti mismo: lerdo y vulgar. ¡Y  guarro! Tenía curiosidad por ver la cochiquera en la que habías convertido mi casa. Y digo bien: mi casa.
-- No te consiento que me hables en ese tono,  no te reconozco ningún derecho sobre mi. Tu,  aquí, ya no pintas nada. La casa  la tengo como me sale de los cojones.
-- ¡Huy que mayor…! Pero si eres un consentidor vocacional, so calzonazos.  Eso que te cuelga entre las  patas parece el  pitirrín del Nenuco.  Eras el hazmerreír de la empresa. ¿Nunca te has planteado la razón de que  un   inútil como tú,  conservara el puesto? Se lo debías  a los  trabajitos especiales que el  jefe me solicitaba fuera de hora.  El sí que disfrutaba de cantidad y calidad. Ahora que caigo: hoy es lunes… ¿Por qué no has ido a trabajar?
-- Estoy de baja…  Y te comunico: las señoras quedan   muy satisfechas.
--  Las  sofronizarás previamente  con la peste de la cama y de tu persona.  Esas sábanos  marroncillas, las  recordaba   amarillo limón.  Así que ¿andamos con la  depresión primaveral?  ¡Ay! Que blanducho  eres… Mi madre te caló en seguida: “Ese marido tuyo tiene pinta de mariquita,  siempre quejándose y deprimido.  Hija a ver si con  suerte  se mete una super dosis de lo que sea. Viuda con pensión,  es el estado perfecto de  la mujer…”  ¡Cuanta razón!  Por mi no te prives,  lo que tengas  que hacer cuanto antes mejor…
-- Tu madre era tan bruja y tan zorra como tú. Entre las dos me habéis esclavizado,  machacado, escarnecido, robado, mancillado, ninguneado  y…  y… y más cosas; ahora  no me vienen a la memoria.
-- ¡Ay, pobrecito cuernazos! ¡Quejica de mierda!  Espero que esas pastillas de   la mesilla  sean para un buen fin.  Por una vez,  haz algo útil: quítate de en medio.

No quiero oírla. La pesadilla de tantos años se repite,  punto por punto.  Su risa de hiena, sin compasión,  me taladra el alma.

-- Mi madre  repetía: “ No te hagas ilusiones nena.  En caso de decidirse, optaría por  píldoras, como las mujeres.  No esperes  nada espectacular. En mis tiempos,  aquellos hombres tan machos,  si que sabían suicidarse.  El tiro en la boca nunca les fallaba.  .”
-- ¡Basta, cállate so puta! No te soporto más. ¡Cálla! Regresa  al lugar de donde nunca debiste salir. Satanás te estará echando en falta. ¡Juro por mi honor,e nunca más permitiré  que  vuelvas a torturarme, enviada  del Averno!

 Durante toda mi vida de casado había soñado con decir esas palabras. Ella, pillada por sorpresa,  es incapaz de emitir el “¡imbècil!”, listo para cruzarme la cara.  El flujo de maldad cesa,  interrumpido por la sorpresa.  Su presencia  empieza a fundirse  en la mancha de humedad de la pared.

--  Por cierto, son las 12.30. En este momento se cumple un año de la muerte de tu jefe. Nadie se explicó  como   pudo estrellar el  coche en aquella carretera de La Mancha. A ti  te encontraron en una postura  no muy decorosa para una muerta. Cada cual a su mundo, chica. No te molestes en volver. Te comunico, para tu satisfacción que acabo de  tomar una sublime decisión: voy a vender el piso.  Me iré a Costa Rica. Quiero vivir  una tórrida historia de  amor.

Por primera vez,  yo había  pronunciado  la última palabra.
¡Que curiosa  esa mancha de moho en el techo! Parece una mano cornuda; hasta hoy no había reparado en ella.




18.04.13


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