¿QUÉ TIPO DE LECTOR ERES?
Llega el mes de septiembre y, con él, la rentrée literaria otoñal. Las
librerías se llenan de novedades y las páginas de los diarios de
recomendaciones para no perderse entre la avalancha editorial. Cierto:
hay muchos libros y muy diversos, pero ¿y qué hay de los lectores?
¿Somos todos iguales? Claro que no. Por eso en The Atlantic han
elaborado una clasificación de las especies más comunes: el promiscuo,
el cascarrabias, el ocupado, el somnoliento... Quienes estén en la
categoría del anti-lector ya habrán dejado de leer -hasta los blogs
les parecen largos-, pero quizás les gustaría saber que en The
Guardian habla el señor Cincuenta sombras, es decir, el marido de E.L.
James, y en Le Figaro enumeran los libros sobre las mujeres del presidente François Hollande.
GUÍA DE LECTORES
El lector promiscuo: empieza un libro y no duda en abandonarlo por otro.
Así es su dieta lectora. No puede evitarlo. Le gusta demasiado leer y
no sabe decir que no.
El lector cascarrabias: voraz a la par que exigente. Nunca deja un
libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe
juntar dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
El lector cronológico: lento y constante. Se compra un libro, lo lee y
vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector promiscuo.
Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de
peso y ni con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
El lector aniquilador: siente pasión por los libros, los lleva a todas
partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con las
hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentas. Quiere
tanto a sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
El lector ocupado I: amante de los libros, entra a una librería y no
puede evitar comprar varios ejemplares. Luego llega a casa y los
coloca en una estantería o en la mesita de noche como si fueran una
obra de arte. Pero está muy ocupado y tarda meses, años incluso, en
abrir los libros y leerlos. Cuando lo hace, lamenta haber tardado
tanto en leer esa maravillosa pieza literaria.
El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros para presumir.
El librófilo: más que leer, le gustan los libros. Los viejos, por su
olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por su
olor, su frescura y su disponibilidad.
El anti-lector: nunca lee libros porque son demasiado largos, y espera a que "salga la película".
El espíritu libre: dícese de un adulto que lee literatura para jóvenes
o de un niño que lee libros para adultos. Antaño esto era causa de
sonrojo, pero ya no. La sociedad ha aceptado a estos espíritus libres
que nunca han hecho caso de las estrictas categorías del mercado editorial.
El multi-tarea: lee varios libros a la vez, confunde tramas y
personajes, pero siempre los termina.
El lector somnoliento: sólo tiene tiempo de leer cuando acaba el día,
en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no consigue
mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para
cerrar el libro y apagar la luz.
FIN
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