sábado, 13 de octubre de 2012

¿Qué tipo de lector eres?

  ¿QUÉ TIPO DE LECTOR ERES?
 Llega el mes de septiembre y, con él, la rentrée literaria otoñal. Las
 librerías se llenan de novedades y las páginas de los diarios de
 recomendaciones para no perderse entre la avalancha editorial. Cierto:
 hay muchos libros y muy diversos, pero ¿y qué hay de los lectores?
 ¿Somos todos iguales? Claro que no. Por eso en The Atlantic han
 elaborado una clasificación de las especies más comunes: el promiscuo,
 el cascarrabias, el ocupado, el somnoliento... Quienes estén en la
 categoría del anti-lector ya habrán dejado de leer -hasta los blogs
 les parecen largos-, pero quizás les gustaría saber que en The
 Guardian habla el señor Cincuenta sombras, es decir, el marido de E.L.
 James, y en Le Figaro enumeran los libros sobre las mujeres del presidente François Hollande.
GUÍA DE LECTORES

 El lector promiscuo: empieza un libro y no duda en abandonarlo por otro.
 Así es su dieta lectora. No puede evitarlo. Le gusta demasiado leer y
 no sabe decir que no.
 El lector cascarrabias: voraz a la par que exigente. Nunca deja un
 libro a la mitad aunque no le guste nada y opine que el autor no sabe
 juntar dos frases seguidas con sentido. Suele lanzar el libro contra la pared.
 El lector cronológico: lento y constante. Se compra un libro, lo lee y
 vuelve a la librería a por otro. Es la antítesis del lector promiscuo.
 Sólo abandona un libro sin terminar de leerlo si tiene una razón de
 peso y ni con esas se libra de los remordimientos de conciencia.
 El lector aniquilador: siente pasión por los libros, los lleva a todas
 partes y, por eso, toda su biblioteca está formada por libros con las
 hojas sueltas, las cubiertas rotas y las páginas amarillentas. Quiere
 tanto a sus libros que ni se da cuenta de que les hace daño.
 El lector ocupado I: amante de los libros, entra a una librería y no
 puede evitar comprar varios ejemplares. Luego llega a casa y los
 coloca en una estantería o en la mesita de noche como si fueran una
 obra de arte. Pero está muy ocupado y tarda meses, años incluso, en
 abrir los libros y leerlos. Cuando lo hace, lamenta haber tardado
 tanto en leer esa maravillosa pieza literaria.
 El lector ocupado II: no le gusta leer, compra los libros para presumir.
 El librófilo: más que leer, le gustan los libros. Los viejos, por su
 olor, sus arrugas y sus páginas amarillentas, y los nuevos, por su
 olor, su frescura y su disponibilidad.
 El anti-lector: nunca lee libros porque son demasiado largos, y espera a que "salga la película".
 El espíritu libre: dícese de un adulto que lee literatura para jóvenes
 o de un niño que lee libros para adultos. Antaño esto era causa de
 sonrojo, pero ya no. La sociedad ha aceptado a estos espíritus libres
 que nunca han hecho caso de las estrictas categorías del mercado editorial.
 El multi-tarea: lee varios libros a la vez, confunde tramas y
 personajes, pero siempre los termina.

 El lector somnoliento: sólo tiene tiempo de leer cuando acaba el día,
 en la cama. Está comodísimo y el libro es fantástico, pero no consigue
 mantener los ojos abiertos y se despierta a las tres de la mañana para
 cerrar el libro y apagar la luz.
FIN

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