ADIÓS, WALT DISNEY
Loles de León
21.11.13
Leído en el
Arkansas City Star: “Tras 47 años de criogenización, la familia de Walt Disney
se plantea el sacarle de su estado de conservación. Dados los adelantos
tanto de la medicina como de la
tecnología esperan que el proceso y posterior transplante del órgano dañado se efectúe
con éxito. Les mantendremos informados del desarrollo de los
acontecimientos.”
La noticia
se extendió por todo el edificio. Se formaron grupos en los distintos archivos.
Con el guirigay imperante las conversaciones resultaban un desgaste inútil de
energía. Se veían bracitos sin manos,
gesticulando junto a brujas carentes de nariz y de escoba, otros daban
saltitos sobre unas patas o piernecillas pendientes de los remates
correspondientes. Seres pergeñados a la espera del acabado definitivo. Bocetos que despertaban a la esperanza, tanto tiempo
aletargada, de una vida plena. Se imaginaban, tras el arte final, triunfando
en series de dibujos animados o bien en comics. Se señalaban mutuamente, por enésima vez, sus carencias. El olor a papel viejo y a polvo
impregnaba el aire.
El anciano Mortimer intentaba inculcarles un mínimo de cordura : “¡Vamos, vamos, un poco de orden! Cada
cual a su archivador. Tanto revuelo os
puede perjudicar… Vamos, tú, el
avioncito, a tu sección. Las ratas, ratones y ratoncillos a la R ; Dinosaurios a la D … Cada uno al lugar que le
corresponde…” Una vocecilla aguda le interrumpió: “Que conste, yo exijo el rosa
con lunares en malva. ¡Ah, y el lazo en color pistacho!” Se trataba de una
pequeña dinosauria, un gracioso dibujo a línea, sin colorear; no se resignaba a parecer un fantasma plano.
El avioncito sin hélice que todavía planeaba
practicando el vuelo rasante, levantó la
voz: “A mi nada de azul celeste, ya no se lleva; a mi me molan los plateados, y
la hélice la quiero grande y en negro. Así me tomarán en serio…”
Mortimer, distribuía con generosidad las palabras
que cada uno deseaba escuchar. Cuando se hubo reestaablecido la calma, él,
desde su rinconcillo de observación, dejó fluir las propias ilusiones tanto
tiempo reprimidas. Él había sido el
ratón primigenio, el detonante del éxito de Disney. Bien es verdad que Walt no
le había provisto de zapatos ni de guantes como al usurpador llamado Mickey
Mouse. Aquel advenedizo se
había adueñado de sus éxitos en los Estudios Disney. Si él volvía, exigiría justicia y la restitución de lo que se le debía. Con estos sueños se
adormeció.
Noticia
aparecida en el Morning Star: “La familia de Walt Disney da su conformidad a la descongelación del cuerpo del mago de
los dibujos animados. En breve se iniciará el proceso. Les mantendremos
informados”.
Mortimer
previendo la algaraabía de aquel comunicado , retiró la prensa a la que solían acceder los internados. Quería evitarles el estrés que
tanto perjudicaba a su estado de conservación. Sin embargo, al día siguiente no
llegó a tiempo .
Ruidos de papel rasgado, lamentos, cristales
rompiendose contra el suelo… Estuvo a punto de sufrir un infarto al entrar en
aquella sala. Todo el suelo estaba cubierto de cartulinas en cachitos, tinteros
volcados, lapiceros de colores atravesando personajes; se ayudaban a morir. Los que
permanecían intactos se lanzaban al suelo, intentando suicidarse, como lo
habían hecho la mayoría. ¿Qué les había llevado a tal desesperación? Los
desafortunados que se mantenían enteros,
se lanzaban sobre las tintas
derramadas y allí permanecían hasta quedar bien empapados. Otros se arrastraban
sobre los cristales rotos para infligirse raspaduras letales.
A Mortimer,
las lágrimas le medio empañaron las gafas
de media luna. Aquello era el Apocalipsis. Nunca aquellos bocetos del genial
Disney serían acabados; ninguno aparecería en cine ni en publicación alguna.
El también
se sintió aplastado por una decepción mortal.
En el rincón, ajeno al
dolor causado, con fingida inocencia, yacía el Morning Star; se envolvió en él y con el
cuter, a la altura de la noticia se asestó varias puñaladas.
Con la
desaparición de Mortimer y del resto de los bocetos primitivos de Walt Disney, el
edificio destinado a Archivo Histórico Disney, carecía de sentido. Posiblemente
lo destinarían a apartamentos de lujo.
Por cierto,
el narrador ha omitido hasta la fecha, por respeto a los inmolados, la noticia que provocó el suicidio colectivo.
“La
descongelación de los restos de Walt Disney ha sido aplazada sine die. El
Morning Star ha sabido de fuentes
generalmente bien informadas que la familia reclama una indemnización archi millonaria
por los dañños irreparables sufridos por el cuerpo durante el traslado.”
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