viernes, 29 de noviembre de 2013

María Dolores de León "Adiós, Walt Disney"


                            ADIÓS,  WALT  DISNEY

                                        Loles de León

                                           21.11.13

 

            Leído en el Arkansas City Star: “Tras 47 años de criogenización, la familia de Walt Disney se plantea el sacarle de su estado de conservación. Dados los adelantos tanto  de la medicina como de la tecnología esperan que el proceso y posterior transplante del órgano dañado se efectúe con éxito. Les mantendremos informados del desarrollo de los acontecimientos.” 

 

            La noticia se extendió por todo el edificio. Se formaron grupos en los distintos archivos. Con el guirigay imperante las conversaciones resultaban un desgaste inútil de energía. Se veían bracitos sin manos,  gesticulando junto a brujas carentes de nariz y de escoba, otros daban saltitos sobre unas patas o piernecillas pendientes de los remates correspondientes. Seres pergeñados a la espera del acabado definitivo. Bocetos  que despertaban a la esperanza, tanto tiempo aletargada,   de una vida plena.  Se imaginaban, tras el arte final, triunfando en series de dibujos animados o bien en comics.  Se señalaban mutuamente, por enésima vez,  sus carencias. El olor a papel viejo y a polvo impregnaba el aire.

             El anciano Mortimer intentaba  inculcarles un mínimo de  cordura : “¡Vamos, vamos, un poco de orden! Cada cual  a su archivador. Tanto  revuelo os  puede perjudicar… Vamos, tú,  el avioncito, a tu sección. Las ratas, ratones y ratoncillos a la R; Dinosaurios a la D… Cada uno al lugar que le corresponde…” Una vocecilla aguda le interrumpió: “Que conste, yo exijo el rosa con lunares en malva. ¡Ah, y el lazo en color pistacho!” Se trataba de una pequeña dinosauria, un gracioso dibujo a línea, sin colorear;  no se resignaba a parecer un fantasma  plano.

             El avioncito sin hélice que todavía planeaba practicando el vuelo rasante,  levantó la voz: “A mi nada de azul celeste, ya no se lleva; a mi me molan los plateados, y la hélice la quiero grande y en negro. Así me tomarán en serio…”

             Mortimer, distribuía con generosidad las palabras que cada uno deseaba escuchar. Cuando se hubo reestaablecido la calma, él, desde su rinconcillo de observación, dejó fluir las propias ilusiones tanto tiempo reprimidas. Él había sido  el ratón primigenio, el detonante del éxito de Disney. Bien es verdad que Walt no le había provisto de zapatos ni de guantes como al usurpador llamado Mickey Mouse.  Aquel advenedizo   se había adueñado de  sus éxitos en los  Estudios Disney. Si él volvía,  exigiría justicia y la  restitución de  lo que se le debía. Con estos sueños se adormeció.

           

            Noticia aparecida en el Morning Star: “La familia de Walt Disney da su conformidad  a la descongelación del cuerpo del mago de los dibujos animados. En breve se iniciará el proceso. Les mantendremos informados”.

           

            Mortimer previendo la algaraabía de aquel comunicado , retiró  la prensa a la que solían acceder  los internados. Quería evitarles el estrés que tanto perjudicaba a su estado de conservación. Sin embargo, al día siguiente no llegó  a tiempo .

             Ruidos de papel rasgado, lamentos, cristales rompiendose contra el suelo… Estuvo a punto de sufrir un infarto al entrar en aquella sala. Todo el suelo estaba cubierto de cartulinas en cachitos, tinteros volcados, lapiceros de colores atravesando  personajes; se ayudaban a morir. Los que permanecían intactos se lanzaban al suelo, intentando suicidarse, como lo habían hecho la mayoría. ¿Qué les había llevado a tal desesperación? Los desafortunados que se mantenían enteros,  se lanzaban  sobre las tintas derramadas y allí permanecían hasta quedar bien empapados. Otros se arrastraban sobre los cristales rotos para infligirse raspaduras letales.

            A Mortimer, las lágrimas le medio empañaron  las gafas de media luna. Aquello era el Apocalipsis. Nunca aquellos bocetos del genial Disney serían acabados; ninguno aparecería en cine ni en publicación alguna.

            El también se sintió aplastado por una decepción mortal.

En el rincón, ajeno al  dolor causado, con fingida inocencia, yacía  el Morning Star; se envolvió en él y con el cuter, a la altura de la noticia se asestó varias  puñaladas.

           

            Con la desaparición de Mortimer y del resto de los bocetos primitivos de Walt Disney, el edificio destinado a Archivo Histórico Disney, carecía de sentido. Posiblemente lo destinarían a apartamentos de lujo.

 

            Por cierto, el narrador ha omitido hasta la fecha, por respeto a los inmolados,  la noticia que provocó el suicidio colectivo.

           

            “La descongelación de los restos de Walt Disney ha sido aplazada sine die. El Morning  Star ha sabido de fuentes generalmente bien informadas que la familia reclama una indemnización archi millonaria por los dañños irreparables sufridos por el cuerpo durante el traslado.”

 

           

 

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