¡Feliz Año Nuevo!
Mari
Carmen Colodrero
Octubre
2010
Puente
aéreo Barcelona-Madrid, jueves, 30 Diciembre 2010.
Ya
no soporto más. Tengo que confesárselo todo a Damián.
En
estos términos las palabras silenciosas expresaban fielmente
el
estado de ánimo angustioso de Raquel, que terminó de
acomodarse
en el asiento de la ventana.
Su
compañera de viaje era una señora de unos sesenta y algún años
que
desde que ella entró por el pasillo, no le había quitado ojo,
y
que ahora sin la menor delicadeza, se volvía hacia ella,
echándose
para delante, con el fin de observarla más de cerca y
con
mayor intensidad.
Fastidiada
y con tono corrosivo, Raquel se le encaró:
-
Señora, ¿Quiere Usted algo de mí, o llamo a la azafata?
-
No, nada... -respondió la viajera con un retintín que a Raquel
le
sonó como una amenaza.
Solucionada
esta incomodidad le dio completamente la espalda,
como
si en la pista pasara algo interesantísimo.
Estaban
retirando la escalera de embarque y dos jeeps
evolucionaban
en las cercanías con algún objetivo desconocido.
Desde
luego los pensamientos de nuestra amiga no iban por esos
derroteros.
La frase : "Tengo que confesárselo todo a Damián"
vapuleaba
sus neuronas bloqueando cualquier otra idea.
Cuando
dieron la orden se abrochó el cinturón y volvió a ponerse
cara
al cristal, con el bolso entre ella y el fuselaje. La
postura
resultó ser bastante molesta pero Raquel no estaba para
fijarse
en esas cosas.
Por
fin su cerebro se había deshecho de las palabras obsesivas y
se
concentraba en un monólogo interior de esta manera:
-Dos
veces he repetido el test de embarazo. No existe la menor
duda,
la duda crucial que destroza nuestra felicidad, es quién es
el
padre. Me parece que se van a cumplir cinco meses desde que dejé de
tomar
la pastilla. Mi idea era darle a Damián el sorpresón del
embarazo
y ahora lo que le voy a dar va a ser el mayor disgusto
de
su vida. Todavía no me explico cómo esto ha podido pasarme a mi. ¡Imbécil, imbécil
y mil veces imbécil!. ¿Quién me mandaba a mi mantener, lo
que
yo creía una amistad, con un tío tan atractivo en todos los
aspectos,
realmente subyugante, tan educadísimo y atento?
¡Mema,
más que mema! ¡Pero si ni siquiera estabas enamorada de
Ricardo!
Teniendo como tengo, esperándome siempre, al hombre de mi vida, que es lo más
bueno y más dulce de mi existencia, que está loco
por
mi, que está deseando ser padre, que me cuida como a las
niñas
de sus ojos... Que está hasta el gorro de estas idas y venidas mías a
Barcelona. ¿Qué le voy a decir para no perder su amor?
Una
solución sería abortar, pero no tengo valor. Esa idea hace
que
me sienta repugnante.
Delante
de ella las luces de la gran ciudad le hacían guiños a
través
del cristal y de dos lagrimones que amenazaban con
derramarse.
De
modo maquinal sus manos comenzaron a buscar en el bolso el
paquete
de "clínex". Sus dedos rozaron con rapidez un sobre
abierto.
Recordó que era la carta de Damián, que había sido
escrita
la misma noche en que ella volaba a la Ciudad Condal.
Esto
agravó el deseo de llorar.
¡Por
fin habían aparecido los pañuelitos! Sacó tres de un tirón
y
procuró disimular sus convulsiones respiratorias dando unas
tosecitas
de vez en cuando.
Detrás
de ella sintió cómo aquella mujer se removía en el
asiento.
Tristísima
y desconcertada, como el náufrago que, después del
desastre,
se agarra a cualquier cosa que le pueda mantener a
flote,
así sacó y desdobló ella la carta de Damián, cuidando de
no
mojarla con el papel enjugante de su dolor:
Madrid,
domingo 26 Diciembre 2010.
Amada
mía: Te va a extrañar recibir esta misiva, ya que hace tan
poco
tiempo hemos estado juntos. Hay ciertas cosas que se toman
más
en serio si se ven escritas, que sí se hablan por teléfono.
Porque
lo que es la opción presencial no me da resultados; en
cuanto
abordo ciertos temas me envuelves en bromas, chascarrillos
y
mimos que me distraen y prorrogan que nos enfrentemos con las
cosas
fundamentales de nuestra relación.
La
posición económica que tenemos, aún
contando sólo con mi
aportación
de la
Consultoría Empresarial , nos permitiría tener
dos
niños.
Hace
cinco años que vivimos juntos. ¿Qué pretendes, que se nos
pase
el arroz?
Yo
te comprendo, vida mía: Que te ilusiona ser una empresaria
emprendedora,
que te realizas y todo eso... de lo que yo
también
me siento muy orgulloso. Pero, reflexiona, por favor
reflexiona...
¿No
tienes bastante con la fábrica de pantalones de Fuenlabrada?
¿Para
qué quieres la de Poble Sec? ¿Tan
importante es para ti la
producción
de camisetas de algodón? ¿O es que
prefieres tirar
por
la ventana la Felicidad ?
Esto
de que te vayas en semanas alternas a Cataluña lo llevo cada
vez
peor. Cuando estás no me acuerdo de lo mal que lo he pasado,
ni
de lo mal que lo voy a pasar cuando vuelvas a irte. Además
llevo
unas semanas desasosegado e inquieto. Ya sabes que nunca he
sido
celoso, pero es que ahora se me pasan por la cabeza unas
ideas...
de manera que no recupero la tranquilidad hasta que no te veo entrar por la
puerta.
Despídete
de los anticonceptivos. En horas extras vamos a
encargar
la criatura más bonita que puedas imaginar.
Piensa
en todo esto y en cuanto te quiere tu
Firmado:
Damián.
Los
murmullos del pasaje y el zumbido de los motores eran, para
Raquel,
algo extraño y lejano. Las manos y la carta estaban
lánguidas
sobre el bolso y cuando levantó los ojos, ante si todo
era
oscuridad. Así de negro se le apareció el futuro.
Con
lentitud recogió la carta. Estaba guardándola en el bolso, y
sus
dedos encontraron otro sobre, pero este
se hallaba cerrado.
Lo
sacó y se dio cuenta de que además de no llevar franqueo,
tampoco
tenía nombre de remitente.
¡Ah!,
esto fue lo que le entregó la jefa de Administración, lo
había
llevado un mensajero, el cual insistió en entregarlo en
propia
mano. Después de efectuar una llamada, se lo dio a Montse
repitiendo
una y otra vez que era muy importante.
Barcelona,
miércoles, 29 Diciembre 2010.
Raquel,
preciosa: Por favor, no rasgues estas cuartillas sin
leerlas,
porque lo que tengo que decirte es la clave de tu
tranquilidad.
No habrías aceptado una cita explicativa y, además, me voy a
Francia
por unos meses.
Estoy
actuando por completo en contra de mi costumbre, pero es
que
me has llegado al corazón. Eres una corderita linda capaz de
creer
en la amistad de un hombre como yo, cuando lo que soy es el
lobo
feroz.
Desde
el primer día, (en mi libreta figura el 13 de junio) al
conocernos
por casualidad, es decir que yo te había ya echado el
ojo,
lo tuve muy claro: "Esta no se me escapa".
Luego
todo fue cuestión de paciencia y estrategia. Crear
un
ambiente de intereses culturales e intelectuales, agradables
visitas
turísticas, etc... dejando para el final lo más
importante.
Seguro
que recuerdas que aquella tarde (21 de Octubre) fue la
primera
en que te propuse salir de copas, conocer el ambiente
nocturno,
otro aspecto de la metrópoli...
En
los bares me conocen, y cuando tu insistías en no consumir
alcohol,
ellos ya sabían que bebidas eran las adecuadas. Sin
darte
ni cuenta te zampaste el equivalente a siete mojitos de
ron.
Ese era el momento para que tomases una combinación
refrescante,
(a esas alturas ya no distinguías) ,que fueron dos
"pippermints
frappés".
Yendo
para mi casa estabas graciosísima, me contaste con detalle
parte
de los "Diez mandamientos". Con el paso del Mar Rojo te entró la risa
contagiosa y al entrar en el dormitorio estabas absolutamente en Babia, y tus
reacciones eran de lo más alagüeñas. Habíamos superado los prolegómenos, cuando
sin venir a qué, me
cogiste
la cara y repetías: “Damián, mi Damián”.
Nunca
me había pasado cosa semejante y fue terrible: Mi virilidad
sufrió
un colapso repentino y mi estima personal quedó hecha unos
zorros.
Durante
las doce horas siguientes, tu sueño fue un ejemplo de
placidez,
mientras que yo, al principio, tenía un cabreo que me
tuvo
una hora dando vueltas por la casa, como un león enjaulado.
En
las dos horas siguientes fragüé con frialdad la venganza
adecuada.
Luego dormí, como pude en un sofá.
Al
despertar y tomar conciencia, medio liada en la sábana, dabas
vueltas,
como una loca, por la habitación gritando: ¡¿Qué has
hecho,
Raquel, qué has hecho?!.
Te
paraste en seco para preguntarme temblorosa:
-
¿Qué ha pasado?
-Lo
que tenía que pasar, pasó -respondí circunspecto.
-¡Pero,
¿habrás usado preservativo?! -inquiriste alarmadísima.
-
No tengo esa costumbre -respondí, saboreando el momento.
Es
imposible reproducir con palabras coherentes, tu estado de
nervios
y el vocabulario utilizado.
Has
tenido muchísima suerte. Estate completamente tranquila, no
pasó
nada irremediable.
Si
estás embarazada, desde luego no es mío.
No
creo que nos volvamos a ver. Que seáis muy felices.
Firmado:
Ricardo.
P.D.:
Destruye la prueba. No siembres la duda en Damián. Tu único
pecado
es el de ingenuidad.
Una
laxitud liberadora la mantuvo semiinconsciente un ratito.
Al
ver pasar a la azafata, preguntó:
-¿Señorita,
todavía me da tiempo a ir al servicio?
-¡Jesús,
Señora!, está usted muy pálida. La voy a acompañar, no
sea
que se desvanezca.
Ante
la mirada atónita de la azafata, Raquel dijo:
-¡Estoy
contentísima, tengo unas náuseas estupendas!
A
su espalda oyó una vocecita impertinente: ”Ya lo sabía yo. La
que
a mi se me escape...”
No hay comentarios:
Publicar un comentario