domingo, 19 de mayo de 2013

Juan Carlos Coronel "La boda quebrada"


LA BODA QUEBRADA

   En las afueras de la ermita,los invitados, aguardaban la llegada de la novia, como es preceptivo, se hacía de rogar, el novio, en com-
pañia de unos amigos esperaba a la entrada del templo. Lo mejor de la sociedad madrileña, había sido invitada a tan magno aconteci-
miento.

   Con diez minutos de retraso, apareció un el auto que conducía a Ana hacia el altar, las señoras, se agolparon alrededor, para poder contemplar más de cerca el vestido de la muchacha, diseñado por uno de los mejores modistos de la capital. Del brazo de su tío, reco-
riola alfombra roja que la dejaría junto al altar.

   Iniciada la ceremonia, un hombre alto, robusto, abrió con cuidado la puerta de acceso al recinto sagrado, colocándose en el último
banco, procurando no llamar en exceso la atención. El sacerdote, inició una corta homilía, en la que hizo mención a las virtudes cristianas de los contrayentes,deteniéndose especialmente, en la muchacha, que había perdido a la temprana edad de cinco años,a
sus progenitores, en un desgraciado accidente de avión. Las damas que ignoraban el suceso bisbiseaban entre ellas, las que conocían ,o tal vez intuían la verdad, sonreían de modo sarcástico. Llegado el momento, el novio, extrajo un folio del interior de su
chaqueta, había escrito, unas breves palabras a su novia: “ Ana, en el día de hoy, te tomo como esposa, y prometo serte fiel, y hacerte
feliz, todos los días de ni vida, Ana, con un arrebol, en sus mejillas, y una lagrima pendiendo de sus ojos, miro a su chico, con una espre-
sión de inmensa ternura. El celebrante, inicio el rito para dar él definitivo “ si quiero “. En el preciso instante, en el cual la chica era interpelada, el hombre sentado en el último banco, avanzo hasta el altar.
- Este matrimonio no es valido,
- ¿ Como dice buen hombre ? Inquirió el sacerdote.
- Los novios son hermanos de madre, yo soy el padre de Ana, el bulo del accidente, se fraguo para mantener la buena reputación de la
señora de Arauz.
   Los murmullos, voces alteradas, y algunas palabras de grueso calibre, inundaron la ermita, Fancisco Arauz – padre del novio-se fue derecho hacia el hombre que tales palabras había pronunciado.
- ! repítelo canalla ! ¿ que clase de impostor eres ?
El hombre que había cuestionado la validez del enlace, se desasió tranquilamente de las manos de Francisco.
-Cálmate Paco, me llamo Rafael Somoza, amante de tu mujer desde hace veinticuatro años
-! Mientes! demuéstralo, o yo mismo hare que pases el resto de tu vida en la cárcel ! vamos demuestra lo que afirmas, hijo de puta !
Con parsimonia Rafael Somoza, entrego las pruebas de ADN que se habían practicado tres meses antes
- Son irrefutables Paco, Ana es mi hija

El señor Arauz, salió de la ermita, tomo su potente Mercedes, y diez kilómetros más adelante se despeño por un barranco, el novio
emigró a Inglaterra, la señora de Arauz pasa sus últimos días, en un centro psiquiátrico
Ana, que tomo el apellido de su verdadero padre, imparte clases de español en una escuela de Chicago, una tarde, en que la nieve caía, tomo un libro de poemas de García Lorca, lo abrió, y una seca flor de azahar cayo al suelo, estaba colocada en el poema  “la
casada infiel”.


FIN.

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