miércoles, 8 de mayo de 2013

María Dolores León "Muerto en acto de servicio"

    MUERTO EN ACTO DE SERVICIO
            María D. de León
                    Madrid, 09.05.13
Nombre: Pedro González Perales
DNI. 34.322.114S
Fecha de nacimiento: 25 de mayo de 1962
Lugar de nacimiento:  Villarrobledo (Albacete)
Domicilio: Calle Matilla 17, 1º izq.
Profesión: Funcionario del Ayuntamiento de Madrid.
Motivo de la denuncia: Falta de su casa  desde  la noche del  2 del mes en curso. Tampoco acudió al trabajo al día siguiente….
 La denuncia, fijo,  la ha puesto Tere, mi mujer.   Ha omitido, como si     la hiciera de menosn que presto mis servicios  en el área de “Limpieza urbana y recogida de residuos”. Desde el ascenso  a  inspector del distrito de Arganzuela,  lo  lleva mejor. Pero exceptuando este detalle, el resto  se ajusta  a la realidad.
 Entiendo su preocupación.  En tanto  no aparezca yo en persona o en su defecto mi cuerpo,  ella  no va a percibir ni un euro. Sin  mi paga, ni pensión, ni seguro de vida,  lo tiene  chungo,  la pobre.
 La cabeza se me parte del dolor. ¿Qué me habrá pasado?.  No reconozco este lugar tan sucio, cubierto de excrementos de rata y olor a meados de gato.  ¡Qué asco! Aparto de un puntapié los cartones que me cubren.  Con esfuerzo llego hasta una puerta herrumbrosa que conduce a la calle.  Controlo con dificultad  el estado de ingravidez en que me desplazo. ¿Cuánto tiempo llevaré  perdido? Estoy delgadísimo, translúcido diría Tere. 

 El aire, limpio de olores animales , invita a pasear. A ver si me ubico… Un barrendero llama mi atención. Muestra escasa pericia en el manejo de las herramientas pertinentes, con el agravante de llevar el escobón manchado de rojo oscuro,  motivo de penalización. Las cacas,  como si no existieran, pasa de ellas. ¡Cuánto señorito frustrado hay por el mundo!
  Le vigilaré mientras   hago tiempo para recordar los hechos.  Este profesional, aunque incompetente, pero todo el dia en la calle me
podría aportar información.

 Se deja colillas...  Y esos papeles… ¿Pero no ve la bolsa de basura en el alcorque del pruno…?  Con discreción le piso la sombra para detenerle,  indicándole  los restos olvidados. ¡Ni caso…! De perseverar en esta actitud, le tendré que amonestar.  Con desgana empuja  los cubos hasta la esquina  aparcándolos frente al bar Los Gavilanes. Entra.
 --  ¿Una cañita como siempre, Ángel…?
 El aludido asiente dirigiéndose a la máquina tragaperras.  Inicia una partida, sigue otra, y otra,  y otra… Se trasiega tantas   cervezas como partidas. Finalizados la bebida y el juego, por cierto sin fortuna ( castigo de Dios), sale a la puerta, enciende un pitillo que  apura hasta el filtro… ¡Ha tirado al suelo la colilla…! La sangre de inspector de Limpieza urbana y retirada de residuos,  me bulle en las venas.
 Le piso de nuevo la sombra, esta vez con más éxito: le inmovilizo. Pillado por sorpresa, el frenazo brusco desequilibra el cepillo  que cae al suelo, justo donde yo quería, sobre las cacas. Un asomo de recuerdo centellea en el cerebro.
 El camarero le ha llamado ¿Ángel,,,? Ángel… Ángel … Ruiz. Eso es, Ángel Ruiz,  un impresentable  con quien  tuve varios altercados debidos  al  cumplimiento deficiente de su cometido laboral. ¡Cepillo… cepillo…! ¿Por qué me amenaza esta palabra…? Barrer… limpiar…  amenazar…golpear… Todo se me aclara.  Le  amenacé con la suspensión de empleo y sueldo…   Es más llegó mi crueldad a decirle que ni siquiera sabía manejar la herramienta fundamental del cuerpo de Limpiezas urbanas. Perdió el control cuando le exigí la entrega del escobón, equivalente a la degradación de un policía al que se le retira el arma reglamentaria.  Él, con la mirada cargada de odio, blandiéndolo  fuera de sí  empezó a golpearme. Me asusté de veras  quedándome bloqueado. El perseveró en los golpes hasta abatirme  sin sentido.
 Pero ¿donde coño escondió  mi cuerpo? Ya no me cabe la menor duda: he muerto asesinado.  El porvenir económico de  la pobre Tere me obsesiona… Es muy fantasiosa, igual  me imagina  con  un sobre millonario largándome  con la viuda del  1º C que esta´ de chupa
 y moja y me hace ojitos. ¡Huy, perdón, perdón, me arrepiento…! Un difunto no debe tener pensamientos obscenos.
 Volviendo a lo importante, ¿cómo hacerle cantar a este? Otro fogonazo  me  trae la imagen  de la fábrica abandonada de la calle del Plomo. Allí amanecí hoy, en un rincón,  bajo cartones.
 Se te va a caer el pelo, so asesino… Y sin pensarlo más, tomo impulso y me lanzo contra el carrito de la basura. He conseguido alcanzar la cuesta abajo y ahora vuelo.  La gente divertida  grita: “¡Eh, basurero, tu vehículo se ha dado a la fuga…!” El interpelado corre en pos mía con la lengua fuera.  Soy inalcanzable: la misión que tengo entre manos me da alas.  Espero no encontrarme a nadie de frente, podría haber un percance serio. Ya veo el edificio donde estoy seguro que ocurrió el hecho luctuoso. El acceso está despejado, cubro los últimos metros y ¡dentro…!  El grito unánime de los  perseguidores me da la razón:  “¡Que horror, un  muerto...¡”
 Los municipales  se personan, requiriendo  a su vez  la asistencia de la  policía científica. El hecho de escribir el nombre de mi asesino antes de morir,  ayuda mucho. Leo el nombre trazado con el dedo mojado en mi sangre: ANGEL  R… No me dio tiempo  a más, pero para un moribundo no estaba nada mal.  Esposan al barrendero que desaparece en el coche de la Benemérita. El cuepo del delito, o sea el cepillo, demasiado grande para una bolsa de pruebas al uso,  lo guardan en una funda gris  semejante a la utilizada para retirar mis restos
 En la inspección ocular de mi persona,, en la herida mortal infligida,  encuentran  cerdas del escobón manchado de rojo sangre.

 Tere, muy estirada, de negro, luciendo una lágrima que no acaba de rodar recibe la medalla del ayuntamiento que me han concedido por los meritos a lo largo de mi vida laboral,  arrebatada en el cumplimiento de mi deber.
 Gratamente sorprendido, tras mi mujer, veo a la vecina del 1ºC.  Las necesidades económicas de Tere a cubierto, ahora podré dedicarle mi tiempo a la viuda maciza.





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