viernes, 3 de mayo de 2013

Maricarmen Colodrero "Testigo de un suceso"


Testigo de un suceso

3 mayo 2013.
Ante el edificio de mi dentista compruebo la hora.
¿Cómo ha podido pasarme esto?. Llego con una hora de antelación.
Recuerdo que un poco más adelante en esa misma calle hay unb bar-cafetería muy límpio y agradable.
Por las amplias ventanas de cristales ambarinos la luz primaveral refuerza los tonos dorados de la barra y las mesas y sillas de madera de pino. El gran espejo al fondo de la barra también está contaminado de ese agradable fulgor.
Según se entra a la derecha, delante de una de las ventanas, cuatro hombres de avanzada edad juegan al dominó.
En el lado contrario, ante otra de las ventanas, cuatro señoras hablan animadamente.
En la barra , de pie, dos hombres de mediana edad se están mirando, en este momento , con fijeza. Aún no les han servido.
Elijo para sentarme una banqueta situada al lado de la caja.La cajera , rubia de frasco y de moreno artificial, me da las buenas tardes sonriendo.
El camarero pone sobre la barra, ante los dos clientes, que siguen callados, dos copas de sol y sombra y un par de sobres de cerillas propaganda de la casa.
Yo , cuando se acerca le pido una Coca-Cola Ligh, y me guardo el sobrecito de las cerillas.
Como no tengo nada que hacer, porque el libro que estoy leyendo se me ha olvidado en casa, empiezo a observar discretamente lo que pasa a mi alrededor.
A dos metros a mi izquierda está la espalda de uno de los hombres y cuando toma la copa para beber, veo su perfil enérgico de mejillas lampiñas pero azuladas por la intensidad de su barba. Tiene una nariz de boxeador, chafada y algo arremangada. El pelo, abundante y demasiado negro, está peinado hacia atrás y es bastante largo en la nuca.
Lleva un pantalón negro y una cazadora beig .
Como si hubiese notado mi mirada tras él, se vuelve de manera súbita y clava en mi sus ojos negros con una expresión que soy incapaz de interpretar.¿Inquietante?. ¿Le molesta mi presencia?.
Me he vuelto completamente hacia la puerta, como si me pudiese interesar quien entra.
A mi espalda escucho la conversación en voz muy baja, pero clara, entre el barman y la cajera:
-¿Te acuerdas de esos dos?.
-Si –responde ella-  y también me acuerdo de la mujer…Me parece que el marido es el de la nariz ancha.
-¿Y el otro? –pregunta el camarero- Por lo cariñosa que estaba la otra tarde con el canoso son, algo más que conocidos.
Uno de los señores que juegan a las cartas, levanta los dedos en forma de v hacia la mesa de las señoras.
Una de ellas le hace un gesto con la mano dándose por enterada. Otra a sacado una labor de punto, sobre la que se producen comentarios mientras se la pasan de unas a otras.
El hombre moreno se ha apoyado de costado en la barra y puedo ver el aspecto de su acompañante:
Va muy atildado con un pantalón marrón y una americana verde oscuro, debajo de la que se ve una camisa de cuadro pequeño en verde.El pelo entrecano muy límpio. Rostro alargado sin nada que destacar más que ojos muy tristes y barba corta tan cuidada como el pelo.
El que me da la espalda dice de pronto:
- Así que ahora te has vuelto desconfiado. Sabes que ese dinero te lo devolveré en cuanto pueda.
-No es que desconfíe, es que ahora lo necesito –responde el de la chaqueta verde.
Se produce un silencio incómodo, y yo me giro en la banqueta hacia la caja para que no parezca que les oigo.
Se oye una risita desagradable.
El de aspecto de boxeador continúa :
-Ella y tu si que sois tontos. Llebo unos meses encontrando sobre mi mesilla de noche las cerillas de este bar. Y no soy yo quién las deja allí.
Eres muy descuidado.
El otro palidece de súbito. Va a contestar alguna cosa.
Entonces veo el rápido movimiento de la mano derecha hacia el bolsillo de la cazadora.
Un clic. Una exclamación ahogada del de la barba.
El movimiento brusco de la espalda y el hombro al atacar.
La víctima se ha doblado, echa la cabeza hacia delante y su agresor saca la navaja del vientre para sujetar con ella la garganta del herido.
A la vez que un chorro rojo mancha el cuidadoso aspecto del hombre de las canas, el de la nariz chafada da un salto atrás y hacia su izquierda,alejándose de la barra, pero, ahora más cerca de mi
Luego todo sucede a la vez: Arrastrar brusco de sillas. Gritos histéricos de las seññoras. El camarero llamando a la policía. La cajera que sale con rapidez de detrás de la barra y me arrastra para que me siente en la banqueta que ocupaba ella.
El asesino mira con una media sonrisa al cadáver desmadejado entre un charco de sangre.
-Te está bien empleado, hijoputa.
Sin echar ni una mirada a su alrededor y empuñando la navaja, pero milagrosamente sin una mancha, el criminal huye a toda velocidad , con tanta violencia que rompe los cristales de la puerta.

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