sábado, 25 de mayo de 2013

Maricarmen Colodrero "Reiserción"

Reinserción

24 mayo 2013.
A su espalda quedaba ahora la verja con sus vigilantes y, más al fondo, el gris edificio de cemento donde había pasado los últimos cinco años.
Sentía como cada paso que daba sobre aquella triste carretera, le acercaba un poco más a la verdadera libertad.çççsabía lo que era estar hundido en la irresponsabilidad, sabía lo que era luchar día a día por rescatarse del vicio de la cocaína. Sabía lo que significaba estar sólo y añorar el amor de su mujer y sus dos hijos.

En su mente se entremezclaban escenas de su vida anterior con lo que ahora era la urgencia de vivir y adaptarse.
Podía distinguir con nitidez las caras de sus antígüos compañeros, cuando la vida se le ofrecía sin que supiese valorarla. Cuando el dinero se le venía a las manos, casi sin esfuerzo. Cuando su objetivo prioritario era el placer, la insana necesidad de experimentar sensaciones nuevas.

Ahora llevaba ciento cincuenta euros en el bolsillo y en su corazón la esperanza de que le aceptarían en su nuevo trabajo,  el deseo de portarse bien y no recaer.
Porque ese dinero lo había ganado trabajando en el penal y había dedicado mucho tiempo a formarse como fontanero. ¡Él, que había sido uno de los analistas informáticos de más éxito!.

Su arrepentimiento era total, pero, aún sentía un escalofrío repasando sus delitos para procurarse la droga. Porque cuando vació la cuenta bancaria familiar, empezó a hacer maravillas con los códigos de acceso y a trasvasar euros a su cuenta especial.

Casi se le había olvidado cómo era eso de coger un autobús, llevaba dinero suelto, pero tendría que comprarse un metrobús para que no le saliera tan caro el transporte.
Y debería comer algo a media mañana, ya que el repugnante café con leche de la cárcel, unido al nerviosismo del momento, le habían dejado sensación de vacío en el estómago.

Entró al establecimiento en cuyo frente se leía: Saneamientos Ruiz.
Detrás del mostrador un hombre calvo y lleno de arrugas le ratificó que era con quien tenía que entrevistarse.
-Llegas en el momento oportuno. Acaba de llamar una señora que tiene atrancado el desagüe de la cocina.

-No tengo instrumentos de trabajo.

-Con eso ya contaba. Ven conmigo.

Aquel hombre, que sería su jefe, parecía buena persona.

-¿Tienes alojamiento para pasar la noche?

-Estoy en libertad condicional. Tengo que volver a dormir a la cárcel.

Fue un trabajo sencillo y rápido, tuvo cuidado de dejarlo todo recogido y limpio.
No era gran cosa pero se sintió reconfortado, con un optimismo que era como un milagro.
Mientras recogía y la señora le pagaba notó que la cocina despedía calor y, lo que vino luego le hizo creer que era un hombre nuevo.


El olor del pan recién horneado le trajo el recuerdo de su niñez.

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