domingo, 17 de febrero de 2013

Los buenos y malos lectores


 LOS BUENOS Y MALOS LECTORES
Sabemos que existen buenos y malos escritores, pero ¿existen buenos y malos lectores? Para Vladímir Nabokov, sí. En el prólogo a Lecciones de Literatura Europea (aquel que inicia célebremente pidiendo a los lectores que "acaricien los detalles") redacta el siguiente testo:
"Selecciona cuatro respuestas a la pregunta: ¿qué cualidades debe tener uno para ser un buen lector:
1) Debe pertenecer a un club de lectores.
2) Debe identificarse con el héroe o la heroína.
3) Debe concentrarse en el aspecto socioeconómico.
4) Debe preferir un relato con acción y diálogo a uno sin ellos.
5) Debe haber visto la novela en película.
6) Debe ser un autor embrionario.
7)  Debe tener imaginación.
8)  Debe tener memoria.
9)  Debe tener un diccionario.
10) Debe tener cierto sentido artístico."
Obviamente, los cuatro últimos ítems son los correctos para Nabokov:
imaginación, memoria, diccionario y cierto sentido artístico. No así aquellos lectores que se identifican con los personajes (cada obra crea personalidades únicas, imposibles de ser comparadas con algún ser vivo), y tampoco es necesario pretender escribir -o hacerlo profesionalmente- para graduarse como buen lector. Aquellos que prefieren novelas de acción y diálogos (la "agilidad" debería ser un requisito solo en las clases de
gimnasia) tampoco serían buenos lectores. Y los que buscan en las novelas aspectos socio-económico, esos lectores antropológicos carentes de imaginación e incapaces de reconocer la autonomía de la ficción, están irremediablemente perdidos para Nabokov.
¿Y la memoria? Actualmente, fomentar el uso de la memoria es un insulto. "El profesor X usa un método memorístico" es, quizá, el peor de los ataques que puede recibir el pobre X, con los hombros llenos de polvo de tiza y a punto de jubilarse. Sin embargo, ejercitar la memoria es fundamental para capturar y acariciar esos "deliciosos detalles" de los que, dice Nabokov, los buenos libros están cargados. Sostiene también que la relectura es mejor que la lectura. La buena memoria ayuda a sobrellevar los defectos naturales de una primera lectura. Leer bien implicaría no solo recordar el nombre del protagonista, sino también de qué tamaño era el escarabajo Samsa, cuántos años le llevaba su esposo a Anna Karenina y el color de la corbata que Gatsby llevaba cuando se reencontró con Daisy.
También hay que prestar atención a aquel "sentido artístico", pues para Nabokov un buen lector solo puede leer buenos libros (solía calificar a los autores como si estuviesen en un salón de clase;Tolstoi tenía sobresaliente, Dostoievski lo esperaba en la puerta del salón para preguntar por qué no había aprobado). Quien sabe leer busca siempre libros exigentes, no puede limitarse a tragar sin masticar las papillas precocidas de Paulo Coelho o a soplarse el merchandising soft porno empaquetado de novela de E.L.James.
Necesita retos.
Existen algunos mitos sobre lo que es un buen lector que deben desestimarse.
El primero de ellos: que un crítico literario es necesariamente un buen lector. Puede que no lo sea, incluso puede ser uno pésimo, sin capacidad de análisis, de un galopante mal gusto. Miles de reseñas dan fe de ello. Otro mito es aquel que indica que un buen lector es pausado, lento, sin prisa.
Recuerdo un chiste al respecto de Woody Allen: "Hice un curso sobre lectura rápida y leí Guerra y paz en veinte minutos. Trata de Rusia". El chiste es bueno y la idea de que el lector lento es mejor que el veloz parece correcta pero pienso que la velocidad de lectura la escoge cada lector y se acomoda a su momento, a su ritmo personal, al libro en particular que está leyendo.
Desde luego, el caso contrario también es un mito: un buen lector es el que lee más y más rápido. Bah. ¿Cuántas palabras por minuto debe leer un buen lector? No creo que una medición así sea posible. También es discutible la idea de que leer algo de moda, aunque sea malo, es beneficioso pues genera una costumbre lectora. No creo que los adolescentes que leyeron la saga Harry Potter o Crepúsculo, los aventureros de sofá que disfrutaron de El código Da Vinci o Millenium o quienes actualmente vibran con E.L.James se conviertan en mejores lectores. Sin duda, leerán todo lo que les ofrezcan de ese autor en concreto, y luego seguirán su predecible vida sin libros.
También debe derribarse el mito de que un buen lector solo un lee clásicos.
Es cierto que leer clásicos es apuntar a seguro, pues el tiempo ha hecho una depuración, pero leer contemporáneos no es un acto contrario sino complementario. ¿Por qué escoger entre uno y otro si se pueden tener los dos? Las novedades, en especial las que dialogan con su tradición, nos ayudan a revalorizar a los clásicos. Y aunque a algunos descreídos les cueste aceptarlo, algunas de esas novedades serán luego clásicos. El tiempo hace lo suyo.
Se me ocurre que la razón por la que definir qué es un buen lector resulta complicada es porque la lectura es un acto absolutamente solitario, uno de aquellos placeres que no se pueden compartir. Me refiero al acto de leer, no a la interpretación o el análisis posterior. Hablo de ese momento en que un lector abre el libro y encalla su nariz sobre las páginas y las horas van pasando, aquel instante de meditación a través de las palabras de otros que no puede ser comparado ni cuantificado ni calificado.
Por ello, quizá no debemos preguntarnos si somos buenos o malos escritores sin antes preguntarnos "¿por qué leer?".
FIN

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