miércoles, 20 de febrero de 2013

Puri Sánchez "Pesadella en verde"

PESADILLA EN  VERDE
La luz que se filtra entre las copas de los árboles me despierta. Un rayo de sol arranca distintas tonalidades de verde a las hojas. Entorno los párpados sonriendo. Me desperezo como una gata . Siento aún en mi piel las caricias de Miguel, su olor, su sabor. Alargo la mano sobre la hierba. No hay nadie.
¿Miguel?-mi voz es  somnolienta..
Habrá ido a hacer pis –pero empiezo a notar un desagradable cosquilleo en las tripas.
Me visto y busco por los alrededores, gritando su nombre cada vez más fuerte.
Escucho con atención, pero sólo puedo oír el pío pío de los pájaros.
Miro a mi alrededor. Es un claro pequeño,  una pequeña extensión de hierba,, rodeada por  una tupida maraña de árboles y matorrales.
Yo no sé cuánto tiempo he dormido. Estaba oscuro cuando llegamos, eso sí. No me fijé en la hora. Como para horas estaba yo con el calentón que llevaba en el cuerpo.
A ver, piensa, María, piensa. – Me digo y respiro profundamente.
Seguro que ha vuelto a la casa para que su santa esposa no se preocupe. Claro, debe de ser eso. Ya ha conseguido lo que quería…. En el fondo, todos son iguales. Bueno, iguales no, que éste se lo montaba muy bien.
Y es que me tenía unas ganas que para qué. No había más que verle cómo me miraba . Y fue bien fácil encontrar la ocasión. En cuanto dije que yo quería ir a buscar setas al  bosque bien temprano vio el cielo abierto. Ni su mujer ni ninguno de los demás son capaces de levantarse un domingo antes de las once.
La sonrisa de mi cara se transforma en un gesto de rabia.
-         Menudo  cabrón – digo en voz alta – si me ha dejado aquí plantada.
Bien erguida, con las manos en mis caderas, miro a mi alrededor.
Bueno, ahora lo primero es encontrar el camino. Luego ya le diré yo cuatro cosas al gilipollas ése.
Parece que eso son huellas.
Sigo un sendero hasta que una muralla de troncos me impide continuar. Intento orientarme por el sol, pero todo lo que ven mis  ojos es un techo verde.
Tranquila, María –me digo- no pasa nada. Pero noto que respiro con dificultad. Vuelvo sobre mis pasos hasta llegar al claro.  Sigo otro camino.
No, no, éste tampoco me parece. Mira que si ahora no  encuentro cómo volver… ¿Qué hago?
2.
Lo intento una y otra vez. Todos los árboles son iguales. No sé si he pasado antes por aquí. El pulso me golpea en las sienes. Tengo la boca seca.
A ver, creo que por ahí no he pasado aún. Mis pies recorren otro sendero.
-         ¡Uf! Tampoco es éste – me doy cuenta al llegar a LA ORILLA  de un río.
Algo negro y pesado se ha instalado en mi pecho y casi no me deja respirar.
Miro en todas direcciones  intentando divisar la casa rural . Unos cuantos amigos habíamos decidido pasar allí el fin de semana.
Sigo mirando. No  se ve nada por ninguna parte . La rabia me quema por dentro.
Ese Miguel me las va a pagar
¿Y si no los encuentro?¿Cómo hago para volver a Madrid? No tengo ni idea de dónde estamos. Miguel y su santa se encargaron de todo.
Siento algo viscoso que me roza. Lanzo un chillido y doy un brinco atrás. Una larga culebra verde repta hacia el río.
El peso del estómago me sube a la garganta. Echo a correr. Mi corazón galopa.
Ya no puedo parar. Veo culebras por todos lados, enroscadas en los árboles, colgando de las ramas, reptando por el suelo.
No sé por dónde voy. Sólo quiero huir. Tropiezo con algo y caigo de bruces en un zarzal. Me levanto jadeando. Estoy llena de arañazos, pero no me importa. Sólo quiero salir cuanto antes de aquel bosque infestado de serpientes.
Veo una casa.  Mi corazón da un vuelco. Suspiro de alivio. Tiene que ser la misma. El todo terreno de  Miguel está fuera.
Me detengo unos minutos para normalizar los latidos de mi corazón. Me acuerdo de respirar lento, profundamente. Ya puedo pensar mejor.
¿Cómo he podido ser tan tonta de dejarme vencer por el pánico ¿ Seguro que todo eran imaginaciones mías.
La puerta está abierta. Me paso los dedos por el pelo, tomo aire y entro.
Un grito de horror se me escapa de la garganta.
En el comedor, entre tazas de café volcadas, yacen  los cuerpos sin vida de mis amigos. Por todas partes, serpentean gran cantidad de culebras verdes.
Puri
FIN

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