sábado, 16 de marzo de 2013

María Dolores León "Entrevista de trabajo"


ENTREVISTA  DE TRABAJO
María D. de León      
                                            Madrid, marzo 2013                                               

            La luz del  ventanal recorta su silueta; a mi me deslumbra. Me azora la mirada del hombre que siento sobre mi.  Como un ciego, al tresbolillo, le recorro el contorno de la cabeza, intentando atinar con sus ojos.
            Pulsa un timbre: “Pellicer, el candidato puede pasar a la fase  práctica”.  Deduzco  que la entrevista  ha llegado a término.
             Un individuo de gris  se materializa a mi lado. Con un gesto   indica que le siga. Impresionado por la aparición,  no reacciono a tiempo para  despedirme del entrevistador.  ¿Afectará este fallo a  la valoración final?
            Abotono el blazer y mano en el bolsillo, pulgar fuera,  impecable,  voy tras él.  Hugo Boss avala mi aplomo.
             Enfilamos  un pasillo en penumbra. Bombillas polvorientas, como pequeños ahorcados penden del techo guiñoteando  a punto de exhalar el último vatio.  Las paredes exudan humedad; huele a mingitorio. Torcemos   a la derecha y a la derecha de nuevo. Nos detenemos frente a una puerta:
“1 - Sexadores de pollos”
-- Tiene diez minutos para clasificar, mínimo,  veinte ejemplares.

            Oleadas  de  gremlims limoneros palpitan  cubriéndolo  todo. ¡Que agobio!  El pio-pio ambiental me aliena. Plumas impalpables doran el aire. Estornudo, toso: me ahogo. ¿Será alergia? Con esfuerzo espulso una especie de pelotita de badminton coronada de plumón amarillo.  Improviso una mascarilla atando el pañuelo  tras las orejas. Estoy perdiendo el tiempo. ¡A ver, espabila!  
            A la mente me viene un programa o  anuncio de la tele. El sexador, sin mirar, introducía un  dedo por el culo del animalejo. De inmediato deducía uno tras otro, a toda velocidad el sexo y los echaba   en  sendas cajas.  Debe ser muy obvia la diferencia entre pollo y polla.
            Este pollito paliducho va a ser el primer  rescatado de la  inconcreción  sexual.  El  dedo morcillón no entra.  Insisto.  Empujo.  Empujo  más... Ya cede: la uña asoma por el pico.  Al retirar la herramienta de palpación arrastro tripas y vísceras del extinto.  Horrorizado, de una patada,  hago desaparecer el cuerpecillo del delito bajo el banco de trabajo.
            El tiempo pasa. Corro a  probar  con otro y con otro y con otro: mismo resultado. Las piernas me flaquean y el sudor se funde con las lágrimas. Me veo como un asesino culpable de  violación infantil. Sin mas resultados que muertitos  a mis pies, solo dispongo de 59 segundos. Con tantos bichos no creo que  echen en falta unos pocos.¿O llevarán un chip?  A voleo pongo siete individuos en un cajón y trece en otro. Justo a tiempo.
            El hombre gris observa la selección. Con una ceja escéptica me  tiende un kleenex húmedo y sentencia: “A voleo ¿verdad? Más   cinco cadáveres.” Me siento como un conejo en un cepo. Abochornado bajo la cabeza  y callo. Con la toallita  froto las manchas de la corbata de seda natural: las salpicaduras  empalidecen.   ¿Podrán en la tintorería rescatar el Hugo Boss?

             “¿Quiere usted pasar a la siguiente?” Asiento con la cabeza.

 El rótulo indica: 2 --  Mamporreros
            “Se le dará la prueba por válida si llena una de las probetas. Dispone de treinta minutos.”
            Dada la experiencia anterior, me quito la corbata, la chaqueta y me remango; sólo me faltaba perder los gemelos…
            Los recipientes parecen   de medio litro. Un buey de aspecto torvo    y un burro cabezón me vigilan  de reojo.. Les sonrío para  infundirme confianza. Hay que moverse despacio: los animales podrían espantarse.
Con la tranquilidad del donante avezado, estos dos sopesan mi actitud.
El burro  parece más asequible. Le palmeo las ancas, arrastro  la caricia  hacia la panza. La verga está casi a mi alcance… ¡Ay! Con un hábil quiebro me ha coceado. Un rebuzno a destiempo previene de sus intenciones. ¡El muy cabrón..! Persevero colocándome  de lado, fuera del alcance de la coz. ¡Ay!, me ha mordido, el muy… Pero he logrado asirle el aparato.  Un mínimo de presión hace manar en abundancia  un  líquido cálido.   Lleno el tubo.. Por lo visto, ya domino la técnica.
             Resuelto,  me dirijo hacia el buey “voyeur”. No nos ha quitado  ojo al asno y a mi.   Yo diría que se le ha alargado el miembro. Mejor, más fácil de atrapar. Un chorro de metano a presión, tibio,  me golpea  el pecho.   La sorpresa del impacto frena el acercamiento. No quiero venirme abajo, la prueba está prácticamente superada. Lo  del bovino es para consolidar.  Una idea inesperada y amenazadora  me asalta: este trabajo no está hecho a mi medida;  le doy esquinazo.
            La pestilencia ha roto el ambiente de cordialidad. ¡Acabemos! Resuelto, le agarro el órgano. Un líquido, similar al del borrico,   brota  con generosidad. Este también lo …. ¡Qué haces…! Los zapatos italianos de las grandes ocasiones desaparecen bajo una masa espesa marrón,que apesta… Sujeto con fuerza el recipiente con el precioso fluido. De milagro no se ha derramado.  ¿Cuanto puntuará esta prueba?.
            Puntual, el controlador asoma. Al ver  mi penoso estado saca, sin disimulo, un pañuelo y se tapa  boca y nariz. Firme el ademán, le muestro con orgullo el fruto de mis padecimientos: dos probetas llenitas de un precioso líquido transparente, color ámbar, listo para inseminar. 
            Más circunflejo que antes vocaliza despacio: “Orines”.
            He llegado al límite; no puedo más.  Derrumbado contra  la pared, la cabeza entre los brazos  rompo en sollozos.
            Pellicer, que después de todo no parece mala persona, pretende consolarme a distancia. Sus palabras me llegan distorsionadas por el pañuelo: ”Pamo,  pamo, no llore. Ahoda se pa a casa, se tá una puena tucha y mañana si quiede continuamo la pruepa. Uté no tiene ni itea tel trapajo, pedo lo compensa con  mucho etómago y voluntá.  Nosotro palodamo el esfuedzo te superación pedsonal. Mañana potría pasá la pruepa destante. Quizá en alguna  se encuentre más cómoto: Analista te pentositate tel ganato; Inspectó te estiédcole; Inspectó te Alcantadilla…”

            -- ¡Nooo, nooo, noooo. Antes  muerto.!

            -- Buenos días hijo ¿Tuviste anoche una pesadilla? Me pareció oírte gritar. Anda, date prisa, no vayas a llegar tarde a tu entrevista.  ¿Sabes  qué puestos ofrecen? Te he planchado  el traje oscuro. Los zapatos esos que tanto te gustan, brillan como espejos. La corbata  de la boda de tu hermana va muy bien con esa camisa de gemelos.

            Salgo de casa con el pie izquierdo.  El estómago se contrae agorerro.  La mano,  triste, acaricia la corbata de elefantitos  obsoletos.: la chaqueta de  Hugo Boos ya no me cruza.  Las puntas respingonas de los zapatos  les imprimen un aire aflamencado.  El disfraz  ha perdido su magia.








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