Monólogo
interior
Hasta
las cosas más nímias tienen ahora para mi una gran importancia. Cuando me asomo
a la ventana para ver qué ropa he de ponerme, me suelo equivocar, como hoy. Es
que en el cuarto piso se nota mucho más el aire que a nivel de la acera de la
calle, y eso significa que pasaré calor.
Hace
muchos días que no me cruzo por el barrio con Mercedes y Marisa. Como yo no las
veo no soy capaz , por la voz de determinar su edad, su aspecto…Creo que tienen
más edad que yo.
Desde
que estoy ciega me he dado cuenta de lo importante que es para las personas
mayores el prestarme asistencia. La mayoría de las veces no la necesito, pero
no digo nada…. Y ellos o ellas me cruzan una calle, me ayudan a subir dos o
tres peldaños.
La
verdad es que a mi no se me dan muchas ocasiones para ejercer la compasión, por
eso utilizo esa treta para que , por ejemplo, un anciano renqueante tenga
oportunidad de sentirse útil. No me cuesta nada hacerlo, por otro lado jamás me
he sentido humillada porque me quisieran prestar un apoyo, que, como digo, en
la mayoría de los casos no necesito.
Debe
ser cosa de carácter eso de no sentirme indefensa y vulnerable, aunque mi
objetividad me dice que lo soy. Además no acabo de saber por que reacciono así,
ya que se perfectamente lo que significa que me engañen porque soy ciega. Me
pongo mala cada vez que recuerdo el día en que dejé entrar en casa al afilador
para que bajara a la calle los cuchillos, y volvió acompañado de otro para
birlarme las joyas.
Quizá
hubiera sido peor si hubiese visto…. Probablemente hubiese querido que salieran
de mi casa, habría gritado o dios sabe qué…. Y entonces quizá me hubiesen
pegado o herido.
Pero
“agua pasada no mueve molino”, así que no merece la pena recordarlo.
Últimamente
el sistema de sonido de los autobuses que cojo va apagado. O muy bajito.
¿Tendrá que ver con la crisis o, será casualidad?.
Si no
quiero andar a voces con el conductor le pregunto a cualquier pasajero cercano.
Ese sistema es mucho más humano. Y vuelvo a hacerme una pregunta: ¿Para qué se
gasta tanto en esa cosa, si luego no se le saca rendimiento?.
Hay
cosas que parecen mentira. Recuerdo un día que , después de bajar del autobús,
me ayudó a cruzar un vecino de otro bloque. Su tono era deferente y educado,
pero, no recuerdo por qué, dijo que era muy molesto oír todo el tiempo los
mensajes anunciadores de la parada.
Con
esto pasa como con los pasos de peatones con sonido, hay gente a quienes les
molesta y los averían.
Atención
ahora. Ya van varios días que al cruzar aquí, aproximadamente a las cuatro
menos cuarto, entra desde la otra calle un automóvil, con su bicho, que no mira
si alguien está cruzando. El otro día
pasó como una exhalación muy cerca de mi. Tengo que pararme a escuchar.
El rato
del viaje prefiero utilizarlo para organizar mis actividades, o para memorizar
el sinfín de cosillas que tengo que decir a mis hijos, la chica, detalles del
cuidado de mi madre.
Todo no
puede ser leer y leer, por más que sea lo que más me gusta.
A ver
si termino la bufanda de punto, creo que va a quedar muy original cuando mi
hija le ponga los flecos y disimule con flecos también mis errores al tejer.
Llevo tanto tiempo sin hacer punto que seguramente , cuando termine estará
pasada de moda.
Si es
así se la daré a mis nietas para que jueguen.
Los soldados
de Capitanía, ahí en Alcalá, ya me conocen. Hy uno muy simpático que me ayuda
para que, si voy distraída, no me meta en el cuartel.
-
Si quiere Vd., pase y le enseñamos el patio – me dijo el otro día.
-
Si entro no me voy a enterar de
nada, - le respondí- claro, que si luego me llevan a casa en geep….
Por nosotros no hay problema – contestó
riéndose.
No hay comentarios:
Publicar un comentario