martes, 5 de marzo de 2013

Maricarmen Colodrero "Monólogo Interior"


Monólogo interior

 

Hasta las cosas más nímias tienen ahora para mi una gran importancia. Cuando me asomo a la ventana para ver qué ropa he de ponerme, me suelo equivocar, como hoy. Es que en el cuarto piso se nota mucho más el aire que a nivel de la acera de la calle, y eso significa que pasaré calor.

Hace muchos días que no me cruzo por el barrio con Mercedes y Marisa. Como yo no las veo no soy capaz , por la voz de determinar su edad, su aspecto…Creo que tienen más edad que yo.

Desde que estoy ciega me he dado cuenta de lo importante que es para las personas mayores el prestarme asistencia. La mayoría de las veces no la necesito, pero no digo nada…. Y ellos o ellas me cruzan una calle, me ayudan a subir dos o tres peldaños.

La verdad es que a mi no se me dan muchas ocasiones para ejercer la compasión, por eso utilizo esa treta para que , por ejemplo, un anciano renqueante tenga oportunidad de sentirse útil. No me cuesta nada hacerlo, por otro lado jamás me he sentido humillada porque me quisieran prestar un apoyo, que, como digo, en la mayoría de los casos no necesito.

Debe ser cosa de carácter eso de no sentirme indefensa y vulnerable, aunque mi objetividad me dice que lo soy. Además no acabo de saber por que reacciono así, ya que se perfectamente lo que significa que me engañen porque soy ciega. Me pongo mala cada vez que recuerdo el día en que dejé entrar en casa al afilador para que bajara a la calle los cuchillos, y volvió acompañado de otro para birlarme las joyas.

Quizá hubiera sido peor si hubiese visto…. Probablemente hubiese querido que salieran de mi casa, habría gritado o dios sabe qué…. Y entonces quizá me hubiesen pegado o herido.

Pero “agua pasada no mueve molino”, así que no merece la pena recordarlo.

Últimamente el sistema de sonido de los autobuses que cojo va apagado. O muy bajito. ¿Tendrá que ver con la crisis o, será casualidad?.

Si no quiero andar a voces con el conductor le pregunto a cualquier pasajero cercano. Ese sistema es mucho más humano. Y vuelvo a hacerme una pregunta: ¿Para qué se gasta tanto en esa cosa, si luego no se le saca rendimiento?.

Hay cosas que parecen mentira. Recuerdo un día que , después de bajar del autobús, me ayudó a cruzar un vecino de otro bloque. Su tono era deferente y educado, pero, no recuerdo por qué, dijo que era muy molesto oír todo el tiempo los mensajes anunciadores de la parada.

Con esto pasa como con los pasos de peatones con sonido, hay gente a quienes les molesta y los averían.

Atención ahora. Ya van varios días que al cruzar aquí, aproximadamente a las cuatro menos cuarto, entra desde la otra calle un automóvil, con su bicho, que no mira si alguien está cruzando. El otro día  pasó como una exhalación muy cerca de mi. Tengo que pararme a escuchar.

El rato del viaje prefiero utilizarlo para organizar mis actividades, o para memorizar el sinfín de cosillas que tengo que decir a mis hijos, la chica, detalles del cuidado de mi madre.

Todo no puede ser leer y leer, por más que sea lo que más me gusta.

A ver si termino la bufanda de punto, creo que va a quedar muy original cuando mi hija le ponga los flecos y disimule con flecos también mis errores al tejer. Llevo tanto tiempo sin hacer punto que seguramente , cuando termine estará pasada de moda.

Si es así se la daré a mis nietas para que jueguen.

Los soldados de Capitanía, ahí en Alcalá, ya me conocen. Hy uno muy simpático que me ayuda para que, si voy distraída, no me meta en el cuartel.

-         Si quiere Vd., pase y le enseñamos el patio – me dijo el otro día.

-          Si entro no me voy a enterar de nada, - le respondí- claro, que si luego me llevan a casa en geep….

Por nosotros no hay problema – contestó riéndose.

 

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