El
aprendiz
Esta
historia tiene un protagonista aparente, pero en realidad fue la aventura de
más gente Y duró más de seis días.
Aquel
jovencito de 12 años era muy inteligente pero llevaba unos días raro. Su madre
le preguntó qué le pasaba que estaba falto de interés por todo.
-
Nada mamá , eso es lo malo: La
Nada me circunda.
La buena señora consultó con el esposo y
decidieron preguntar al psicólogo.
La consecuencia fue que al cabo de unos días
el padre de familia apareció con una caja voluminosa.
-
Te he traído este entretenimiento con el que dejarás de pensar en
nada. Tiene instrucciones, léelas con atención. Es una actividad para cerebros
desarrollados como el tuyo.
Nuestro joven amigo leyó las instrucciones
por encima y comenzó a pasárselo muy bien haciendo mezclas de substancias que
producían efectos divertidos: fosforescencias, humo de colores, pequeñas
explosiones de un gas rojo etc…
Se trataba de un simple pero completo
Laboratorio de Química.
En aquella mañana radiante, mientras la mamá
charlaba con la vecina, se produjo en la habitación del niño un ruido de
explosión que conmovió todo el edificio.
La madre corrió con precipitación en ayuda de
su tierno vástago. La puerta se abrió y el chico apareció lleno de restos
polvorientos, (algunos brillaban), tenía la cara tiznada pero sonreía.- Ha sido
magnífico mamá. Un big-bang chiquitín. Mira el techo mamá.
Donde antes había pintura blanca, había
ahora, sobre un fondo de negro intenso, salpicaduras brillantes.- Fíjate mamá .
Allí a la derecha parece la
Osa Mayor y a este otro lado parece la constelación del
Cisne. ¿Has visto qué bonito?. Y mira el
suelo.
El abrillantado parquet se hallaba cubierto
de polvo de diversas tonalidades y dispersos por su superficie había grandes
terrones de tierra y piedras, en algunas
de las cuales se producían centelleos de color verde, rojo, azul, amarillo….-
La tierra y las piedras, también el polvo, debemos conservarlas. Quiero aquí y
allí dos macetones a modo de arriates para nuevos proyectos.
Pasó algún tiempo, durante el cual todos los
familiares y conocidos, ( y, por supuesto, los papis) coincidían en la opinión
de que aquel muchachito llegaría lejos.
Su madre le daba permiso para seguir con sus
experimentos en la habitación (que era bastante grande), a condición de trabajar
sobre una mesa comprada a tal efecto, la cual se asentaba sobre un sólido
protector del parquet.
En esta ocasión puso dos probetas sobre
sendos mecheros . Contenían agua del grifo, pero en virtud de ciertas
manipulaciones el líquido de una de ellas comenzó a aumentar, a expandirse.
Apagó los mecheros pero parecía que el proceso era imparable. Entonces pidió
ayuda.
-
¡Por favor: cacerolas, palanganas, recipientes en general.No se puede
perder esta agua primigenia!
Por suerte aquello sólo duró dos horas.
Mamá lloraba viendo destrozado todo el suelo
de parquet.
Ahora ya tenía un líquido sustentador de
vida, tenía un aire limppio en su habitación, tenía tierra suficiente para tres
o cuatro terráriums. La idea le brotó en el cerebro como una consecuencia lógica,
necesaria e , incluso, bella.
Su padre compró diversas plantas para los
arriates, compró un acuario espectacular que se llenó con el agua
primigenia salada , compró especies
marinas de peces de colores, compró pájaros amaestrados que volaban sueltos por
el aire, compró dos tortugas, un lagarto, un conejo y un topo.
Ahora nuestro héroe, además de las tareas del
colegio, se afanaba en mantener en buenas condiciones la vida natural.
Durante los meses siguientes se encontró muy
contento y activo. Lo sabía todo sobre la parte de Naturaleza que cuidaba con
esmero. Además tenía grabados todos los vídeos de documentales sobre animales,
algunos de los cuales ya estaban extinguidos, pero eso no le daba motivo de
preocupación.
Hasta que un buen día le encontraron de nuevo
serio, reconcentrado , exactamente en la misma postura que el Pensador de
Rodín.
-
Falta algo, falta algo – se decía.
La solución se materializó en dos proyectos:
el primero dar un lugar a la Humanidad dentro del
entorno natural y , la segunda, que se demoró más, de crear ciclos de visitas
guiadas para chicos de su edad, es decir, un parque temático en su habitación.
Se dedicó de inmediato al primer proyecto:
Formó un barro con la tierra que le había sobrado y el agua primigenia, a esta
mezcla añadió plastilina en las proporciones adecuadas para dar forma a cinco
hombres y cinco mujeres de lo que consideró cinco razas originales: Cobriza,
aceitunada, blanca , amarilla y negra.
Los muñequitos le quedaron realmente bonitos,
hasta guapos y en ello demostró su talento para el modelado en el que no
faltaban detalles.
Viéndolos tan desnudos se hizo con retales
con los que confeccionó distintas vestiduras sencillas.
Era en verdad gratificante jugar con aquellos
muñequitos. Les montaba en sus coches, representaba escenas cotidianas o de
aventura y les trataba muy bien, sin deteriorarlos. Tampoco le gustaba recrear
situaciones de violencia.
El muchachito, después de jornadas tan
intensas cogía la cama todas las noches con verdaderas ganas de dormir.
Quizás porque la Vida siempre da un passo más
allá es por lo que la fantasía nos lleva a pensar que cuando los niños duermen,
sus muñécos despiertan.
Y exactamente así sucedía: Durante el reposo
del niño aquellos remedos de Humanidad cobraban vida.
De algún sitio desconocido brotaba una luz
clara y vibrante que les permitía reconocerse como iguales unos a otros.
Se hacían muchas preguntas acerca de su
propia existencia. Sospechaban que dentro de aquel sitio estaba su creador,
pero no le veían ya que la altura de la cama les impedía ver el cuerpo dormido
de su hacedor.
Unas veces estaban contentos, se trataban
unos a otros con amabilidad y jugaban a
cosas diversas como saltar o seguir el ritmo de sus palmadas con todo el
cuerpo.
Otras veces se enzarzaban en discusiones
sobre la existencia de un ser superior que no veían, pero que les inspiraba
reverencia, agradecimiento y temor.
Esa ignorancia abría su pensamiento a
conjeturas y cada una de las diez criaturas tenía su propia opinión.
Esto daba lugar a discusiones
enfervorizadas, ataques de cólera, palabras insultantes,odio y , en el peor de
los casos, las agresiones físicas.
También es verdad que la mayor
parte de sus días los pasaban curioseando,aventurándose en conjeturas más
pacíficas que a unos les hacía pensar que en aquel sitio sólo moraban ellos y a
otros que su Dios les pediría cuenta en el futuro de las trastadas que hubieran
cometido.
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