sábado, 3 de noviembre de 2012

Textos antiguos: Maricarmen Colodrero "El indio"

El indio
Delante de la ventana abierta, Rafael pensaba que los amaneceres de Sendra eran bellos: El soplo misterioso del viento traía el recuerdo de la oscuridad, la luz se iba acrecentando y con ella la tibieza de la atmósfera, a cuyo abrigo toda clase de aves, incluidas las de los gallineros, empezaban a trinar y cacarear hasta formar una algarabía.
En el camino, parcialmente oculto por los árboles, distinguió una figura , le pareció chocante su aspecto y llamó a Áldia.
Aquel visitante llevaba en la cabeza un tocado de plumas de colores, cubría su cuerpo con unos pantalones y una especie de jubón ajustados de color tierra. A lomos de un caballo blanco con crines negras se veía un saco grande  sujeto al animal tan sólo por varias vueltas de cuerda, a modo de cincha.
-¡Ah! – exclamó Áldia al llegar al lado de Rafael - , es Nube dorada. Hace mucho tiempo que no le vemos por aquí.Es un apache , biznieto de Jerónimo, de quien quizá has oído hablar.
-Si, -respondió Rafael- le recuerdo de mis lecturas de niño,era un chamán apache muy respetado. Estando lejos del campamento de las mujeres y los niños , tuvo la visión de que los blancos les habían asesinado y resultó ser cierto. Así perdió Jerónimo a su mujer e hijos. Una historia muy triste.¿Biznieto has dicho?. Claro que…luego, en la Reserva, Jerónimo pudo tomar otra esposa…….
Desde la explanada del mercado los muy madrugadores, entre ellos varios niños se acercaban por el camino.
Los primeros en llegar fueron los niños y niñas que enseguida le rodearon.  Él los levantaba uno a uno y frotaba su nariz grande contra la menuda de los chavalitos.
-Suele quedarse varios días, siempre trae cosas sorprendentes, sobre todo lo son para los pequeños, y también para los que no lo son tanto. –de la boca de Áldia brotó una risa cantarina- Cuando llega Nube Dorada los mayores quisiéramos volver a la infancia.¡Oh! Pasaremos unos días maravillosos en su compañía. ¡Vamos rápido a que le conozcas!.
Cuando llegamos al grupo encontré ante mi un hombre joven de piel curtida y cobriza, cosa que hacía un contraste hermoso con las magníficas plumas. Tenía los ojos negros como el azabache pero con el brillo de muchas lunas.A pesar de que sonreía, por todo su rostro , de fuerte mandíbula y pómulos altos, se extendía un ligero velo de seriedad y tristeza.
No pronunció el ¡Ao! De las películas, sino que estrechó calidamente mi mano mientras intentaba pronunciar “Rafael”.
Charlamos los tres de varias cosas. Así supe cómo le era posible volver a Sendra cuando quisiera. Me respondió que sólo tenía que dormirse pensando en ella. También nos explicó que el día presente lo dedicaría a recoger tierras y pigmentos de diferentes tonos, porque, aunque traía algunos, eran pocos para realizar sus dibujos en el suelo y me hizo la aclaración de que se refería no al suelo de las viviendas y la plaza, sino a la playa al lado del río.
Efectivamente los días siguientes estuvieron llenos de admiración y alegría.
El día que dedicó a los dibujos en el suelo los sendríes estuvieron todo el día de aquí para allá, yendo a cada rato a ver cómo iban las imágenes de la playa. Los viejos,los niños y los jovencitos estaban fascinados por la maestría con que Nube Dorada repartía con la palma de la mano como un embudo, o con la punta del cuchillo el polvo de diversos colores o tonos del ocre, dorado,blanco,negro,amarillo,azulado, rojizo Todos eran colores naturales que guardaba en multitud de bolsitas de piel.
Daba vida a representaciones de animales de la pradera o el desierto y parecía que fueran a volar,correr o bufar en cualquier momento.
En ciertos casos bailaba alrededor de la efigie a medio crear , danzas expresivas que creíamos entender. Trataba de captar el espíritu del animal , ya fuera un águila, unos bisontes o un coyote.
Durante el proceso elevaba con frecuencia los brazos y los ojos cerrados al cielo,mientras en su lengua, pronunciaba como oraciones.
Otro día él y unos cuantos hombres y mujeres, fuimos con los pequeños a la parte más cercana de los montes. Se trataba de que cada cual fabricase su arco y un par de flechas. Nos enseñó a elegir las maderas y las fibras que tensaban mejor, así como a endurecer con el fuego las puntas afiladas de los proyectiles y también a hacerlas más dinámicas para el vuelo poniéndoles plumas. Fue divertidísimo.
Alguno de aquellos días nos relatava cómo vivían los apaches mezcaleros, de cosechar lo que da la naturaleza y también de la rapiña a otros indios de la zona  Sur de Norteamérica y Norte de Méjico.Nos informó más de los modos de vida antes y después de ir a las Reservas que de la vida de su Bisabuelo. A los sendríes esto les interesaba más. Ya que ellos mismos tenían , en el fondo,costumbres similares a los indios,excluyendo la rapiña .
El último día de su estancia fue estupendo: Se hicieron competiciones de tiro con arco. El ganador y la ganadora obtuvieron unos colgantes muy bonitos .
A la caída de la tarde, en el terreno más amplio y cercano,Nube Dorada nos obsequió con la “Danza de la Lluvia”. Fue muy emocionante y bello.
Al cabo de tres días supimos que además esa danza era muy práctica y efectiva, ya que en Sendra hacía unos meses que no llovía.
FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario