sábado, 10 de noviembre de 2012

Textos antiguos: Carmen Andrés "Deseo"

                                                     D E S E O

Por fin!. No puedo creer que mi sueño se haya hecho realidad…!

Desde que le vi por vez primera, me enamoré de él. Era grande, fuerte y muy
luminoso: como una figura de fuego y vistoso ropaje…Me miró directamente a los
ojos y mientras se alejaba de mi lado, escuché su voz que decía: ven! Corrí y corrí
tratando de alcanzarle. El corazón me latía con fuerza, pero mis piernas eran aún débiles
y cada vez nos separaba una distancia mayor…Al cabo de un rato, con las mejillas
llorosas y sin respiración, me derrumbé desconsolada, junto a un pedrusco solitario.

Te atraparé –logré susurrar-. Juro que algún día serás mío y navegarás por donde yo te
ordene. Algún día seré mayor y te obligaré a que seas mi compañero, en los días tibios y
en las noches de luna. Sobre todo en las noches de luna, para que pueda cumplir mi
sueño.

No te hagas ilusiones –respondía el eco de su voz lejana-. Yo soy ligero y libre. Solo
me dejo dominar por el viento y la brisa. Contemplo la tierra, las nubes y los mares a mi
antojo… Tú me gustas, pero no voy a llevarte conmigo…

Te diré lo que haremos –repliqué-. Contemplaremos el valle desde la colina más alta.
Por una de sus laderas discurre el cauce de un manso río. Al fondo del valle se divisa
una gran alfombra blanquísima, solo iluminada por la luz de la luna: son flores, millares
de flores juntas. Sus cálices se abren sobre unos tallos delgados y flexibles. Estos, al
moverse con la brisa, se susurran historias al oído. Y yo quiero escuchar esas historias.

Eres una chismosa –respondió-. No cuentes conmigo para espiar a las flores, y menos
aún para escuchar sus secretos. Si quieres, míralas de día, cuando están calladas.
Eres un inculto! ¿No sabes que esta clase de flores solo vive y se abre, bajo la luz de la
luna? Es, mientras sus rayos las bañan, cuando pueden mostrar sin pudor, su desnudez y
su belleza…Y así es como yo quiero verlas y sentirlas. Calla y escucha tú también.

“Estoy triste –dice una flor- porque hoy no me ha mirado, y necesito el brillo de sus
ojos sobre mí”
“No seas absurda –responde una de sus compañeras-, nos mira a todas por igual.
Además, no puede hacer otra cosa, porque somos su razón de ser”.
“Callad presuntuosas –terció otra-. Ella no nos necesita, somos nosotras quienes la
necesitamos”.
“Vaya! –volvió la primera-. Tú quieres llevar la razón, como siempre, pero las cosas del
corazón nunca son razonables. Yo sé cómo la necesito…”

“¿Y de qué te vale saberlo, si no puedes lograr tu loco deseo?”
Así murmuraban las flores, mientras su diosa, la luna, sonreía indiferente. Ella se
derramaba en libertad, rebelde y atrevida por el valle. También por el bosque, pero
sobre todo, por su inmenso cortejo de adoradoras…Sabía lo que el brillo de su luz
generaba en las flores de cicuta. los venenos pálidos y dulces, portadores de muerte…

Contemplar ese grandioso espectáculo de vida y muerte, había sido mi sueño oculto
desde siempre. Por eso necesité seducir al único compañero de viaje que me ayudaría
a lograrlo. A la vez, ví cumplida mi otra pasión: viajar en globo. Ese objeto fuerte,
ligero y multicolor, que ya desde la infancia había conquistado mi corazón.

Por fin, ahora puedo ser feliz.

FIN

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