lunes, 21 de enero de 2013

Juan Carlos Coronel "Malatesta"

Malatesta

Sentado en el suelo, la espalda apoyada en el colchón que le servía de parapeto, Santiago Alloza limpiaba minuciosamente su fusil
AK. Esta rutina le hizo recordar sus tiempos de estudiante en España.
Había conseguido una beca gubernamental para cursar estudios fuera del país, escogió la autónoma de Madrid, hablar la misma lengua,
facilitaba la tarea, junto con dos compatriotas, Román Sánchez, y José Mostaza, arrendaron un pequeño apartamento en Bravo Murillo,
allí compartían estudios y la largas charlas políticas. En la facultad trabo amistad con Carolina Alfano, natural del país fronterizo, Caroli-
na se unió pronto al grupo, de ideología muy distinta a la de Alloza, compartía con él un mismo sueño, las provincias unidas del sur. Abra
zados bajo las sabanas ambos jóvenes daban forma a su sueño.
Alfano se graduó un año antes, Alloza tras hacerlo recorrió varias capitales europeas, terminada la dictadura de Pinzón, Alloza se unió al
F N P partido de nuevo cuño, fundado por Mostaza. En las primeras elecciones, Alloza saco escaño en la cámara, su elocuente oratoria,
su mesura, y sus buenas relaciones en Europa, le llevaron hasta la cúpula del partido.
Carolina Alfano, por su parte, también había seguido el camino político, diputada a la temprana edad, de 27 años, contrajo matrimonio con un prestigioso abogado, Norberto Quiñones, del que enviudo 11 años después.
Horacio Malatesta, obrero metalúrgico, militante del P J había escalado desde la base del partido, primero en su localidad natal, luego
a nivel provincial y por último, como diputado. Su astucia, sus modales refinados, y su picardía de antiguo villero, le llevaron a los aledaños de Alfano. Su nombramiento como vicepresidente, y ministro de relaciones externas, colmaron la vanidad de Malatesta, u-
na intervención del flamante ministro, ante el organismo internacional para la paz, desato la caja de los truenos. Con insultante behe-
mencia, reclamo la soberanía del archipiélago de las Malevas, en litigio con el vecino país desde hacía decenios, los enormes yacimientos de gas y petróleo, eran el quid del asunto.
Sánchez no tardo en responder al reclamo, Matesta enfurecido volvió a la tribuna, “ Tomaremos las Malevas a sangre y fuego, si alguien
osara impedirlo que se atenga a las consecuencias.
El estallido de un obús, saco a Santiago Alloza de su ensoñación, efectivamente estaba en guerra con su antigua amante.

FIN

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