AMOR A PRIMERA VISTA
María D. de León
31.01.13
El tiempo transcurrido no ha hecho mella en su belleza ni en su orgullo. La sigo viendo como el dia de su llegada.
**Un timbrazo a la puerta, pasos y voces impacientes de niños llegan hasta nosotros.
-- A ver mami, a ver… ¿Qué ha traído la tita …?
La espera se llena de grumos de curiosidad. El olor a pegado nos devuelve el sentido de la responsabilidad. Un frufrú de seda cae al suelo: una belleza rubia clara, sofisticada, de curvas orondas se nos desvela. ¡Qué impacto!***
Perderse en los recuerdos no conduce a nada. Me centro de nuevo en el tarea. La distracción puede provocar un accidente. Hoy estoy sufriendo un ataque de nostalgia. Echo en falta a los compañeros desaparecidos, sobre todo al veterano de dos únicos dientes. Tras su accidente laboral le arrinconaron, pero ¡como controlaba! Él me informaba de todo los acontecimientos de nuestro pequeño mundo. La tendencia rijosa de mi amigo se atemperaba con una sensibilidad estética de excepción.
** -- ¿Te has fijado en la nueva? Está de rechupete. ¡Qué bellezón, que líneas chaval..! Si Rubens la hubiera conocido…
Yo, recién salido de una misión, apesto y voy soltando pegotitos de barro por doquier. No me atrevo a levantar los ojos de nuevo. Su mirada despectiva me ha hundido en la miseria. Sin palabras me ha devuelto a mi sitio.
-- A mi, ni te me acerques, pela-patatas de tres al cuarto. Tan solo tu aspecto me amenaza; me estremezco al imaginar tu contacto sobre el satinado de mi cuerpo..
No le comento nada de mi percepción al viejo. Cierto, soy un pela-patatas, pero de calidad suiza, con garantía de por vida. A pesar del dolor sé que la amaré siempre, siempre. ***
Y así ha sido hasta este instante. Ella nunca se ha manchado trabajando. Su función aquí consistía en algo que no estaba al alcance de mentes como las nuestras. Ella no resistiría el calor ni los agentes abrasivos. Sin embargo los efectos de la contaminación del ambiente han empañado su fulgor y tersura. De rubia clara se ha tornado en castaña dorada. Apenas se aprecian los signos de distinción que nos impactaron.
*** Bajo un cachito azul con barquichuela leo: “Recuerdo de Valencia”. ¡En una cuchara de semejante tamaño! ***
Nadie le presta ya atención, salvo este humilde admirador. Sueño, a veces que se ha humanizado y se aviene a retirarse conmigo a un cajón apartado.
Quisiera protegerla de los cambios que la amenazan. En la cocina se oyen comentarios. “Las cucharas en madera, decoradas tipo “souvenir”, no se llevan nada, nada. Resultan horteras. Hay que renovarse.”
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