miércoles, 9 de enero de 2013

Nelly C. Piña "Un orgullo postergado"

UN ORGULLO POSTERGADO
                                                                      Nelly C. Piña

Muchos años pasaron hasta que encontró la explicación de un hecho ocurrido cuando era una niña y acerca del cual nunca preguntó a nadie
Una noche, el compañero de trabajo de su padre fue el encargado de llevar la mala noticia a su madre. Le comunicó que su esposo, victima de un aqccidente cerebro vascular, mientras cambiaba una goma pinchada se descompuso; fue atendido en un hospital del Gran Buenos Aires, pero  había fallecido. Lo traerían para su velatorio al día siguiente por la mañana.
La noticia produjo la consiguiente conmoción y a partir de ese momento el mundo de la niña y su entorno cambió irreversiblemente.
Aquel hombre que, con el diario doblado le daba unos golpecitos en su cabeza, a manera de saludo cuando llegaba del trabajo, ya no lo volvería a hacer. Los domingos ya no tendría que ir a buscarlo al club, donde había ganado el campeonato de ajedrez, para avisarle que  estaba lista la comida. Ya no tenía quien le enseñara a leer y a escribir o ayudarla a hacer los deberes de la escuela.    
Todos los días laborales, por la mañana y por la tarde, , sonaba una fuerte sirena perteneciente a una de las tres importantes bodegas instaladas en el barrio  donde trabajaba su padre  como chofer de un camión que conducía acompañado por un peón que se ocupaba de la carga y descarga de los cajones de vino.
Pero ¿qué había pasado que la sirena de la bodega, por la tarde, había sonado una hora antes de la salida? Y luego una corriente humana vestida con el uniforme de trabajo, pantalones y camisas azules inundó la calle de su casa para asistir al velatorio de su padre.
¿Por  qué tanta gente venía a verlo? Nunca pensó que tuviera tantos amigos. Ella solo recordaba a unos pocos que se reunían en su casa y conversaban muy serios y caminaban nerviosamente de un lado a otro por el comedor mientras su padre, sentado a la cabecera de la  mesa, escribía.
Muchos años después, cuando cursaba sus estudios  universitarios se enteró que a principios del siglo XX, impulsado por ideas anarquistas y socialistas que llegaban de Europa con la gran corriente migratoria de principios del siglo XX, se inició en la Argentina el movimiento obrero que luchaba por las reivindicaciones sociales de los trabajadores. Recién entonces se animó a hablar con sus hermanos mayores, acerca de aquellos hechos de su infancia para los cuales no tenía explicación. Ellos le contaron que la presencia de esos trabajadores enelvelatorio de su padre era un homenaje que le rendían los obreros de las tres bodegas del barrio porque él, junto con otros compañeros, fueron los que habían promovido y conducido la huelga del año ‘35 que ganaron, consiguiendo aumento de salarios y otros beneficios laborales que alcanzaron a los obreros de todas las bodegas.
Entonces, sintió que crecía la admiración que sentía por su padre, así como una  profunda tristeza por no haberlo sabido antes y no poder decirle lo orgullosa que estaba de ser su hija.
FIN

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